Simón Andrés Zúñiga
Rebelión
En la delicada coyuntura económica que atraviesa el proceso político
venezolano, dos propuestas, una emanada de los sectores económicos dominantes
identificados directamente con la oposición, y otra, proveniente de un sector
que ha ocupado las colinas de instituciones estratégicas en la toma de
decisiones económicas gubernamentales, coinciden peligrosamente en retorno a
los caminos neoliberales, y el abandono del camino trazado por el chavismo en
los últimos 14 años.
La propuesta de la derecha oposicionista la denominaremos “paradigma
del eterno retorno de los economistas del Capital”; mientras que la propuesta
que predomina actualmente en el gobierno se llamará, indistintamente, “opción
pragmática” o “paradigma tercera vía renovada”
Lo importante a destacar, es que el alto posicionamiento de ambas
visiones, revela una debilidad recurrente del proceso chavista-bolivariano: el
precario desarrollo de una política económica acorde con los planteamientos
estratégicos esbozados en los dos planes socialistas.
De hecho, la propuesta económica que adoptó el gobierno del Presidente
Nicolás Maduro se impuso porque representa una opción “pragmática”, frente al
quiebre del esquema cambiario y frente a las necesidades de financiamiento del
gasto público, que puede significar un cambio de orientación de lo que han sido
los rasgos fundamentales del proceso chavista en sus 14 años de gobierno.
El eterno
retorno de los economistas del Capital
La primera propuesta económica va de la mano con la estrategia política
de la derecha oposicionista y parte de un diagnóstico catastrófico en la
economía, de tal forma que sea inevitable aplicar las fórmulas ya conocidas en
Venezuela y en el mundo. Son los que plantean que ante la “bomba atómica
económica” y el “tsunami cambiario”[1], hay que hacer un cambio urgente del
modelo económico chavista. Las recomendaciones básicas son una repetición de
los argumentos típicos del Consenso de Washington y del llamado Post-Consenso
de Washington: respeto a la propiedad privada, disciplina fiscal, reducción del
gasto público, autonomía del Banco Central, desmontaje del proceso de
integración regional (especialmente el relacionado con Petrocaribe y el ALBA);
alineación con los tratados de libre comercio y con el Eje del Pacífico; además
de una reversión en la política petrolera interna y externa.
Esta propuesta parte de la convicción que la inflación se debe a causas
monetarias. La mayoría de los economistas repiten el diagnóstico monetarista
que atribuye al exceso de gasto público, y al financiamiento monetario del
Banco Central, como la principal causa de la inflación y de los altos valores
del tipo de cambio paralelo.
Es una opción que significaría un cambio radical del modelo económico
chavista. Recomienda volver a las premisas básicas que intentaron imponer los
grupos económicos en los años noventa. Retoman no sólo a la política de ajuste
estructural del Gran Viraje (1990-1994), sino a las propuestas del Grupo
Roraima liderizado -en ese entonces- por Marcel Granier y Moisés Naim; avaladas
académicamente por el Instituto de Estudios Superiores de Administración
(IESA). Sectores que en ese tiempo eran un espejo de las políticas
modernizadoras que aconsejaba los mandamientos del llamado Consenso de
Washington.
En la actualidad, se agregarían a este enfoque algunos aportes del
Post-Consenso de Washington, como lo es el reconocimiento de la intervención
del Estado para crear las condiciones institucionales de una economía
capitalista exportadora y moderna.
Por tanto, no hay nada nuevo bajo esta estrategia. En todo caso,
trataría de institucionalizar las misiones sociales chavistas, para mitigar la
conflictividad social que se les vendría encima de llegar a gobernar.
Este proyecto económico, necesitará un modelo político donde se
reconstruiría el pacto de Punto Fijo, con la concurrencia de los actuales
actores oligárquicos agrupados en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
El tercer
camino resucitado
La otra propuesta viene de sectores que han logrado una gran influencia
en las instituciones económicas y financieras del Estado, espacios de poder
donde se toman las grandes decisiones. Considerando la hegemonía que han
logrado, puede considerarse que representan la actual visión del Gobierno. En
este caso, se propone un modelo de crecimiento con un sesgo exógeno (promoción
de las exportaciones no petroleras), con cierta dosis de Estado de Bienestar,
en línea con la asesoría de la socialdemocracia heterodoxa europea.
Es una versión del “progresismo moderno”, que mantiene el discurso
socialista, pero con propuestas que tenderán a contradecir la historia de los
últimos 8 años, y, por tanto, especialmente, su estrategia se confrontará con
el intento por construir el Socialismo del Siglo XXI. Las ideas principales de
esta visión se han expresado de la siguiente manera:
a) Las exportaciones petroleras no son suficientes para proveer las
divisas (dólares principalmente) necesarias para sostener el crecimiento
económico
b) Por tanto, hay que desarrollar un sector exportador no petrolero que
genere divisas
c) Para lograr esta orientación exportadora y cerrar el déficit de
dólares en CADIVI y en el SICAD[2], hay que atraer la inversión extranjera
directa al mismo tiempo que promover un tipo de cambio de mercado, competitivo.
d) Hay que desmontar el control de cambios progresivamente. En el corto
plazo, promover un mercado de divisas con un marcador referencial, como paso
previo a la apertura de las transacciones externas
e) Hay que recurrir a los mercados internacionales para buscar
financiamiento. El énfasis aquí es reestablecer las relaciones con los Bancos
de Inversión[3] tradicionales (Credit Suisse, JP Morgan Chase, Nomura,
Bank of America, Citigroup, Barclays, etc) para buscar mecanismos de endeudamiento
externo
Esta agenda tiene a su favor, un conjunto de problemas económicos que
se acumularon desde 2008, entre los que resaltan:
a) Un desorden en el manejo y ejecución de fondos públicos, en divisas,
debido a una gran autonomía de los responsables de su administración;
b) mantenimiento durante casi tres años de niveles críticos de reservas
internacionales líquidas, lo cual favoreció el ataque cambiario y el precio
especulativo del paralelo;
c) Manejo discrecional de pagos en dólares por parte de instituciones y
organismos públicos;
d) La omisión ante las permanentes violaciones –por parte del sector
privado y de los “ciudadanos”- de la normativa de CADIVI, tal como están
saliendo a flote en este momento con las numerosas detenciones por parte de los
cuerpos de seguridad;
e) fortalecimiento de la tendencia a la dolarización, a través de la
emisión indiscriminada de deuda en dólares, apertura de cuentas de ahorro en
dólares, tolerancia ante la fuga de capitales y frente a la participación de la
banca en la especulación cambiaria .
¿Cómo
funciona el modelo?:
De acuerdo a este tipo de modelo económico, para promover un sector
exportador no petrolero, hay que propiciar el tipo de cambio “competitivo”,
eliminando significativamente la sobrevaluación. Esta premisa termina siendo
antagónica no sólo con el ineficiente control de cambio actual, sino con
cualquier control de cambio. Promover el tipo de cambio competitivo, significa
en el fondo reducir el costo relativo de la fuerza de trabajo. Esto implica,
que las exportaciones contarán con un estímulo oculto en la estrategia del tipo
de cambio competitivo: salarios que permitan competir internacionalmente y, que
hagan posible obtener las ganancias que sean atractivas para las inversiones.
Como las inversiones de los capitalistas nacionales son insuficientes,
se tienen que “atraer” las inversiones extranjeras. La atracción de estas
inversiones lleva a dos grandes estímulos: contracción salarial y recursos
naturales baratos. En América Latina, este esquema exportador ha tenido “éxito”
en cuanto a generar un crecimiento económico estable, como en los casos de
Chile y Perú. Pero no es casual que esta expansión esté acompañada del aumento
de los niveles de desigualdad, desnacionalización del aparato productivo y una
mayor dependencia de la exportación de recursos naturales.
Lo más delicado de esta propuesta, es que se está acompañando con una
estrategia de endeudamiento externo, mediado por la banca de inversión, que
conducirá a la disminución de la soberanía en la política económica.
El modelo, al cerrar con endeudamiento externo, se verá obligado a
cumplir con las condicionales que imponen las instituciones financieras
internacionales, primero caerá en manos de la banca internacional y luego
necesitará más financiamiento para cubrir el servicio de la deuda externa.
Dentro del condicionamiento y del acorralamiento financiero, se verá
obligado a revertir las nacionalizaciones y las estatizaciones que llevó a cabo
desde 2005. Aquí no hay ideas innovadoras: al contrario, en América Latina hay
ensayos de este tipo. Lo interesante es que, representando una influencia de la
socialdemocracia internacional, en un intento de “domesticar”,
“occidentalizar”, y “civilizar” lo rebelde del proceso chavista-bolivariano,
termina coincidiendo estratégicamente con el paradigma oposicionista.
Esta visión cuenta con el respaldo de sectores privados, especialmente
el poderoso sector bancario-financiero que se ha beneficiado del modelo de
acumulación en los últimos nueve años. Sin embargo, también cuenta con aliados
circunstanciales.
El economista Víctor Alvarez, mención especial del Premio Pensamiento
Crítico, ha venido insistiendo en señalar que el problema está en la existencia
de un tipo de cambio sobrevaluado[4], y que hay que proponer un esquema donde
el tipo de cambio competitivo permita promover las exportaciones no petroleras.
Aunque en su propuesta, propone temas claves como la industrialización y el
desarrollo de la economía comunal, en el corto plazo asoma una vertiente
liberal bastante ortodoxa, que es incoherente con una concepción progresista,
heterodoxa y socialista[5]. Ciertamente, el ex-Ministro en sus análisis sobre
la inflación no sólo tiene una gran coincidencia con el monetarismo
neoliberal[6], sino que se coloca a la derecha de ellos, cuando utiliza
conceptos como “el impuesto inflacionario” o “financiamiento monetario”.[7]
Es decir el modelo propuesto por los pragmáticos es: tipo de cambio
competitivo, inversión extranjera directa, promoción de exportaciones y
endeudamiento externo…
Esta clase de prescripciones, suponen que el gobierno está en serios
aprietos financieros y tiene que recurrir al endeudamiento externo. Por tanto,
le terminan dando la razón a la oposición sobre la situación en cuanto que hay
una crisis, o que se está a un paso de la crisis.
Cuesta explicar esta “crisis” fiscal y externa, donde escasean los
dólares, en una economía donde le entraron al país alrededor de 97 mil millones
de dólares en 2012 , tiene una cuenta corriente superavitaria de 11 mil
millones de dólares, y el sector público tiene colocado en el exterior 130 mil
millones de dólares…[8]
Tal vez Francisco de Miranda, ayuda a comprender estas paradojas, con
una premonitoria frase que le atribuyen: “¡Bochinche, bochinche!. ¡Esta
gente no sabe hacer sino bochinche!.”
Notas:
[1] Ver entrevista al Economista Pedro Palma titulada “Un tsunami
cambiario amenaza con barrer nuestra economía”, publicada enhttp://www.elmundo.com.ve/noticias/economia/politicas-publicas/un-tsunami-cambiario-amenaza-con-barrer-nuestra-ec.aspx
[2] Cadivi son las siglas por las que se conoce el control de
cambio que opera en Venezuela desde 2003, que asigna dólares a una tasa oficial
de 6,30 Bs.F. por dólar americano. Mientras que el SICAD (Sistema
Complementario de Administración de Divisas) es una modalidad de subasta donde
se asigna dólares a sectores o a personas a las cuales se le establece un
criterio de prioridad. Su funcionamiento es muy reciente, y en las últimas
operaciones ha tenido que utilizar títulos, dándole la razón a la oposición
sobre la grave iliquidez de dólares de Banco Central.
[3] Se le llama Banca de Inversión a todo este conjunto de
Instituciones Financieras Privadas Internacionales, que han participado en el
festín de la deuda externa de los países subdesarrollados. Involucrados en el
proceso de financiarización y estafa masiva que significó la crisis financiera
y que aparecen en la puerta de los países que tienen urgentes necesidades
financieras, ofreciéndoles “productos financieros” que terminan por esclavizar
a los pueblos. Son lo más parecidos a los prestamistas o casas de empeño del
barrio, que te prestan para luego quedarse con tus posesiones. Sólo que esta
mafia opera a escala planetaria y usan trajes de marca. Son la antesala para
caer en las garras del Fondo Monetario Internacional.
[4] En una entrevista al Ex-ministro Álvarez, el economista llega
a afirmar que “La tragedia de Venezuela no es la devaluación, sino su
sobrevaluación…”. En la misma entrevista, se evidencia un estilo de análisis
económico que tiene el poder mágico de desaparecer tanto la confrontación de
clases como el poder de los sectores hegemónicos. Según esto, el capital
financiero es un querubín mientras se le atribuye la culpa al gobierno, de tal
forma que Alvarez afirma: “El principal incentivo de esa insaciabilidad o
ninfomanía del dólar , lo ofrece la propia política
cambiaria, vendiendo una divisa a un precio irrisorio de Bs 6,30, mientras el
mercado dice que cuesta tres o cuatro veces más…”. Economista ¿Cuál mercado? El
mercado paralelo ¿Es un mercado? Y en el caso que los sea ¿Ese es el tipo de
cambio verdadero? Verentrevista en:
[5] Ver “Principales retos económicos de Nicolás Maduro”, en http://www.aporrea.org/ideologia/a164872.html,
[6] Uno de los representantes del monetarismo ortodoxo ha sido el
economista Alexander Guerrero, como referencia ver artículo “Venezuela en el
umbral de la hiperinflación”, enhttp://alexanderguerrero.com/muestras.php?id=215#.UifkmMb2i8o
[7] El concepto de “impuesto inflacionario” es una bazofia
ideológica que los ultramonetaristas han tratado de imponer para validar su
posición. Se trata de explicar la inflación como resultado exclusivo de la
acción del Gobierno, quien al aumentar la cantidad de dinero circulante en la
economía, se mete en el bolsillo del pueblo y le cobra un impuesto. Con ello
demuestra la capacidad que tienen los economistas neoclásicos de hacer
ciencia-ficción, para tratar de hacer invisible la presencia del Capital y sus
representantes. Para una muestra de esta concepción monetarista, ver artículo
de Alexander Guerrerohttp://alexanderguerrero.com/imagenes/PDF_02032013230510.pdf
[8] FUENTE: Banco Central de Venezuela. En http://www.bcv.org.ve/c2/indicadores.asp
- Simón Andrés Zúñiga
es Economista venezolano, miembro de la Sociedad de Economía Política
Radical (SER)
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