Oscar Ugarteche, Ariel Noyola
Rodríguez
ALAI, América Latina en Movimiento
Todo parece indicar que ha comenzado con fuerza el décimo momento de
la crisis iniciada en agosto de 2007 que ha implicado múltiples quiebras
bancarias y costos fiscales masivos en Estados Unidos. Esto ha sido seguido por
ajustes de consumo que han impactado sobre el crecimiento de la economía de la
Zona Euro y británica. La inyección de liquidez de la banca central para evitar
una deflación llevó en un primer momento a un auge de precios en el mercado
de commodities y generó una crisis de dos velocidades: los
detenidos y los que crecían porque sus exportaciones tenían precios altos.
Los
programas de estímulo monetario de la Reserva Federal (Fed) y el Banco de
Inglaterra desde 2009, el Banco Central Europeo (BCE) desde 2012 y el Banco de
Japón desde 2013, terminaron por dotar a la banca de inversión de un mayor
apalancamiento y con ello, favorecieron apuestas especulativas en los mercados
de renta variable (commodities, acciones, tipos de cambio y bienes
raíces). De ahí se desprende que el repunte de los mercados de valores no haya
arrastrado la recuperación del mercado de trabajo en ninguna parte. Lo que hizo
fue sostener artificialmente un nivel de precios en leve crecimiento en un
contexto de contracción del consumo en las economías maduras.
La decisión
de Ben Bernanke de terminar con el programa de la Fed en mayo de 2013 puso
sobre la mesa la fragilidad de la recuperación económica global y reveló el
unilateralismo estadounidense en la toma decisiones para beneficio propio sin
mirar los efectos sobre el resto del mundo. Durante su discurso en el Club de
Prensa Nacional en Washington a mitad de enero de este nuevo año, la titular
del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, se convirtió en la
primera autoridad mundial en alertar de “riesgos de deflación” en las
“economías avanzadas”. Esto es cierto para Estados Unidos pero en especial para
la Zona Euro, con una inflación interanual de 0.80% a diciembre de 2013, por
debajo del objetivo de 2% fijado por el BCE, los datos oficiales muestran deflación
para prácticamente la mitad de Europa desde mayo. Japón apenas logra salir de
su deflación de larga data iniciada en los años noventa.
Con
expectativas de reducción de precios a futuro, el consumo presente se contrae
con un efecto multiplicador negativo sobre la demanda agregada. La inversión se
reduce y la banca se muestra más renuente a prestar. De otro lado, se precipita
la quiebra de bancos y empresas y aumenta la centralización de capital (Véase A.
Graña, “¿El mundo en deflación?”,http://www.obela.org/node/1624).
Los datos antes de la deflación muestran que durante 2013 desaparecieron 269
instituciones financieras europeas (EUbusiness, 21/01/2014) y 767
estadounidenses entre diciembre de 2010 y septiembre de 2013, según el FDIC, la
agencia de seguros de depósitos de dicho país.
Por otro
lado, de acuerdo con el informe Perspectivas de la economía mundial del
FMI actualizado a enero de 2014, las economías emergentes crecerán 5.1% en
promedio durante el año en curso arrastradas por China que crecerá 7.5 por
ciento. Como ya es habitual, los estimados del Fondo están sobre valuados. Los
indicadores del Metals Futures Market de enero mismo muestran
una baja de precios de 11 por ciento. El descenso iniciado en el año 2011 se ha
acentuado conforme se anunció el inicio del fin del programa de estímulos
monetarios en mayo, se concretó en diciembre de 2013 y comenzó a implementarse
en enero. Los precios de las materias primas están determinados a medias por la
demanda real, la demanda financiera también juega un papel importante.
Lo que se
está viendo, por tanto, es el fin del triple arbitraje de tasas de interés,
tipos de cambio y precios de activos financieros, observado desde que las tasas
de interés se volvieron negativas en el año 2003 y acentuaron su caída desde
2009. El fin del triple arbitraje implica la inversa con el impacto sobre los
tipos de cambio de las economías emergentes, la tasa de inflación en dichas
economías y las tasas de interés. La consecuencia de una contracción del
consumo podría derivar río abajo en una recesión económica en el mundo
emergente. En agregado significa la generalización global de la crisis. La
interrogante es hasta cuándo permanecerá el continente asiático al margen de
esta dinámica.
"La
cooperación monetaria internacional se ha roto […] Los países industrializados
tendrían que desempeñar un papel protagónico en la restauración de [la
cooperación entre los bancos centrales], no pueden lavarse las manos y
ajustar" sentenció Raghuram Rajan, actual gobernador del banco central de
la India y ex funcionario del FMI en una entrevista a Bloomberg TV (Citado por
Larry Elliot, The Guardian, 30/01/2014). La verdad es que no les
interesa. Mientras las tasas de interés en las economías maduras sigan
negativas en términos reales, subirán en las economías emergentes; así aseguran
el traslado de riqueza mientras intentan contener lo inevitable al menos en el
corto plazo. Estamos en un escenario similar a 1934, con el optimismo de que la
crisis ya pasó y el desastre ad portas.
Economista peruano, trabaja en el
Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México. Miembro del
SNI/Conacyt. Coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA) www.obela.org y presidente de
ALAI www.alainet.org.
Ariel Noyola Rodríguez
Miembro del proyecto OBELA,
IIEC-UNAM. Contacto: anoyola@iiec.unam.mx.
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