viernes, 29 de agosto de 2014

Emisiones de CO2 de Venezuela


Por: Julio César Centeno
Aporrea

En un artículo publicado en ULTIMAS NOTICIAS el 26 de Mayo 2014 se hace referencia a las emisiones de dióxido de carbono (CO2) de Venezuela, resaltando que son las más altas de América Latina, tanto por habitante como en relación con el producto interno bruto.

Al día siguiente se publicó en APORREA un desmentido del COLECTIVO ECOSOCIALISTA DE VENEZUELA(ECOVEN), reclamando derecho a réplica en ese diario. Como en ambos artículos se menciona mi nombre, me dirijo tanto a los autores de ambas notas como a los medios donde se publicaron para aclarar los señalamientos en referencia.

Según ECOVEN, el señalamiento de que Venezuela registra los más altos niveles de emisiones de CO2 por habitante y por unidad del PIB “es una falta de ética por parte del periodista”. Señala también que “a través de la Misión Árbol se han reforestado más de 32 mil hectáreas que sin duda contribuyen con la mitigación del CO2 que generamos”.

La realidad es que, desafortunadamente, las emisiones de CO2 de Venezuela por habitante son efectivamente las más altas de América Latina. Se han mantenido así durante años. Así se reporta en varias fuentes, tales como el Banco Mundial, la Agencia Internacional de Energía, el PNUD y la CEPAL. Según el Banco Mundial, la fuente a la que hace referencia la nota publicada por Últimas Noticias, las emisiones por el consumo de combustibles fósiles en el 2010 superaron las 6.9 toneladas de CO2 por habitante, muy superiores a las de otros países de la región: Argentina (4.5), Méjico (3.8), Brasil (2.2), Perú (2.0), Colombia (1.6). El hecho de que un país del caribe, Trinidad-Tobago, registre niveles aún mayores, no le resta importancia al señalamiento.

Según la Agencia Internacional de Energía, las emisiones de CO2 por unidad del producto interno bruto, ajustado por su poder de compra en cada país (PIB-PPA), son también las más altas de la región. Lo que quiere decir que Venezuela registra la menor eficiencia económica por unidad de CO2 emitido, aunque tomemos en consideración sólo las emisiones provenientes del consumo de combustibles fósiles. Según la AIE, en el 2010 se emitieron 0.57 kilogramos de CO2 por dólar del PIB-PPA, considerablemente más alto que el de otros países de la región: Argentina (0.27), Brasil (0.2), Colombia (0.14). El mismo valor es reportado por el Banco Mundial en sus más recientes Indicadores del Desarrollo Mundial.

Misión Árbol
Según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y la Organización Internacional de la Madera Tropical (OIMT), durante el período 2001-2010 se destruyeron en Venezuela 2,8 millones de hectáreas de bosques naturales, a una tasa promedio de 280.000 hectáreas anuales (FAO – State of the World’s Forests 2011; ITTO – The State of Tropical Forests 2011; CEPAL – Superficie de Bosques 2011). La superficie forestal se redujo de 49,15 a 46,27 millones de hectáreas en ese período.

Mientras que a través de la Misión Árbol se habrían reforestado 32.000 hectáreas desde su creación hace 6 años, en el mismo período se habrían destruido 1.680.000 hectáreas del patrimonio forestal de la nación.La Misión Árbol habría compensado menos del 2% de los bosques que se han destruido en el país desde su lanzamiento

Según las estadísticas del Ministerio del Ambiente, la superficie boscosa se redujo de 58 a 47,6 millones de hectáreas entre 1980 y el 2010, a una tasa promedio de347.000 hectáreas anuales durante 30 años consecutivos(MPPA-Indicadores Ambientales 2012). Se reconoce así un crimen ecológico de gigantesca magnitud, cometido con absoluta impunidad. Entre los responsables de este asalto contra la estabilidad de la nación no sólo se encuentran ganaderos, agroindustriales, madereros y latifundistas, sino también las autoridades competentes que permitieron tan insólita destrucción.

Según el Ministerio del Ambiente, sólo entre el 2001 y el 2010 se destruyeron 1,4 millones de hectáreas, a una tasa promedio de 140,000 hectáreas por año. La tasa promedio estimada por el Ministerio del Ambiente para el período 2001-2010 (140.000 hectáreas por año) es equivalente a la mitad de la deforestación señalada por la FAO, la CEPAL y la OIMT para el mismo período.  Esta diferencia se debe en buena parte a la cuantificación por parte del Ministerio del Ambiente de áreas boscosas que ya no existen. Tal es el caso de las 116.000 hectáreas de bosques en la reserva forestal de Turén, donde se destruyó más del 95% de sus majestuosos bosques originales. Turén fue convertida en potreros hace décadas, pero continúa siendo contabilizada en su extensión original como reserva forestal (Ministerio del Ambiente: Estadísticas Forestales 2010).

De manera similar se contabilizan como existentes enormes masas boscosas en su mayor parte destruidas hace años. En la reserva forestal de Caparo sobrevive menos del 20% de los bosques que inicialmente cubrían 180.000 hectáreas. Algo similar ocurre en la reserva forestal de Ticoporo, donde apenas sobreviven relictos de las 270.000 hectáreas de bosques originales. De las 450.000 hectáreas de ricos bosques selváticos en la reserva forestal de San Camilo se ha destruido más del 80%. Situaciones similares se evidencian en Río Tocuyo, San Pedro, Guarapiche, Tumeremo, Paraguaza, Orituco, Pedernales y partes de las reservas forestales del Caura e Imataca, entre múltiples casos adicionales de bosques que han sucumbido con la complicidad de las autoridades encargadas de velar por su protección. Si se sinceraran las cifras sobre las superficies de bosques efectivamente existentes en la actualidad, la diferencia entre las estadísticas de FAO–CEPAL–ITTO (46,2 millones ha en el 2010) y las estimaciones del Ministerio del Ambiente tienden a anularse.

Aun partiendo de las estimaciones del Ministerio del Ambiente, la Misión Árbol sólo ha podido compensar el 4% de los bosques que se han destruido en el país desde su creación.

Cuando se incluyen las emisiones netas de CO2 provenientes de la deforestación, la posición de Venezuela es aún más comprometedora. A las 200 millones de toneladas métricas anuales de emisiones de CO2 provenientes del consumo de combustibles fósiles en el 2010 habría que añadir 90 millones adicionales por la deforestación anual neta. Las emisiones se aproximan así a las 10 toneladas por habitante, muy por encima de los otros países de la región y superando a las de países considerablemente más industrializados, como Alemania, Inglaterra o Japón.

Venezuela encara una difícil situación en cuanto a emisiones de gases de efecto invernadero se refiere, cuya negación atenta contra la estabilidad ecológica de la nación y compromete los derechos de generaciones futuras. Urgen políticas públicas destinadas a reducir efectiva y sustancialmente las emisiones de CO2 provenientes del consumo de combustibles fósiles y erradicar la deforestación. Venezuela se encuentra también en una posición comprometedora en las negociaciones internacionales sobre cambios climáticos debido a sus elevados niveles de emisión de CO2 y otros gases de efecto invernadero por habitante.

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Julio Cesar Centeno, especialista venezolano graduado en la Universidad de Nueva York; estudios de postgrado en la Universidad de California - Berkeley. Ha servido como asesor de la Secretaría de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo [UNCED]. Director Ejecutivo del instituto Forestal Latino Americano. Profesor de la Universidad de los Andes. Representante de Venezuela en negociaciones internacionales sobre bosques y cambios climáticos. Investido por el Príncipe Bernhard de Holanda con la Orden del Arca Dorada. Vicepresidente de la Fundación TROPENBOS en Holanda. Miembro del Consejo Directivo del Forest Stewardship Council, FSC. Miembro del Consejo Directivo de SGS-Forestry, Oxford. Profesor visitante del Departamento de Política y Economía Forestal de la Universidad de Viena, Austria (1999). Asesor internacional.

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