lunes, 21 de julio de 2014

La caída de las exportaciones agrarias en un 95% (1998-2012)

La caída de las exportaciones agrarias en un 95% (1998-2012), propuesta socialista: CENAGRO


Nadesda Muñoz
ALEM-CIFO

El gobierno pasó de sostener que no iba a devaluar a defender el dólar oficial a 8 pesos como el de “convergencia”. Este papelón es superado por su idea de que la Argentina está exenta de la crisis mundial gracias a sus políticas anti-cíclicas. La oposición patronal no se queda atrás en su incapacidad explicativa.
Juan Kornblith


Ideólogos de la teoría económica convencional suelen promover “curas” milagrosas, como la implementación de maxidevaluaciones, en medio de una inflación del 56,2%, centrarse en la “industrialización por sustitución de importaciones” para convertir el país en uno competitivo, con una moneda sobrevaluada, una tasa de cambio que hace inalcanzables los medios de vida y empobrece cada vez más la clase obrera. Estos son algunos mecanismos solución que procuran cubrir, en parte, los problemas de abastecimiento interno, en este caso, el de las mercancías agrarias.


miércoles, 16 de julio de 2014

Deuda Pública Nacional ¿Suspensión de pagos o más endeudamiento en Venezuela?





Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO_ALEM)

“La acumulación de capital en forma de la Deuda pública no significa, (…), otra cosa que la acumulación de una clase de acreedores del Estado autorizados a percibir ciertas sumas sobre la masa de los impuestos públicos.”i Carlos Marx

Se hace necesario diferenciar entre la deuda acumulada y las nuevas deudas que se contraen; la deuda acumulada si alcanza montos excesivos dificulta la actividad económica, pues su servicio distrae ingentes recursos que pudieran usarse para fines más productivos como la industrialización del país. Asimismo un alto endeudamiento acumulado dificulta y hace más caro o imposibilita el acceso a nuevos créditos que necesite la economía en un determinado periodo. Peor aún es cuando la deuda acumulada es de tal magnitud que la nueva que se contrae solo puede servir para pagar la vieja.

A medida que crece la deuda pública externa o interna de un país con escasa potencia productiva, o lo que es lo mismo con escasa producción industrial como lo es Venezuela, es inevitable una devaluación o un incremento bien sea directo o indirecto de los impuestos (que terminan castigando severamente al salario real y no al capital), para compensar el déficit fiscal producto de los desbarajustes macroeconómicos de una política económica anti-científica y ruinosa. Venezuela tiene las reservas de petrolero (probadas y certificadas) más grande del mundo aunado a cuantiosos ingresos en divisas gracias a la renta petrolera. Aún así el Estado prefiere endeudarse por sí mismo en el exterior, convirtiendo luego esta deuda en gasto público para mantener sobre todo en lo que se refiere al gasto social, que es el que sustenta el apoyo popular del gobierno. Con lo que crea al interior del ámbito local capacidad de compra adicional, destinada a realizar la plusvalía de los pequeños capitales privados en fracciones que no permiten una acumulación ampliada del capital y representan un doloroso retroceso económico en el país.

“El futuro de Venezuela no es el petróleo, pero sin petróleo Venezuela no tiene futuro”ii

En Venezuela el petróleo sigue marcando la pauta, más del 90% de las exportaciones venezolanas son gracias al petróleo y sus derivados. Si el presupuesto fiscal anual del Estado venezolano se fija alrededor de los US$ 60 dólares el barril de petróleo, es decir, muy por debajo del precio referencial del mercado internacional, que se ubica alrededor de los US$ 100 dólares ¿Cómo se explica que el Estado se endeude desmedidamente? Debería pasar todo lo contrario, al Estado le sobrarían dólares de EE.UU para seguir financiándose (40% más de los presupuestado por barril de petróleo) sin recurrir al endeudamiento externo o interno y lo ruinoso que este representa, ni recurriría a la devaluación de la moneda, ni a la emisión de billetes ni mucho menos al incremento del IVA.

Sin embargo, pasa todo lo contrario, con un barril de petróleo oscilando entre los US$ 90 y 100 dólares vemos que los ingresos petroleros se tornan cada vez más insuficiente, el gobierno acomete devaluaciones fraccionales de la moneda que representan más del 50, 300 y hasta el 600% (Dólar CENCOEX, SICAD I y SICAD II), se endeuda con China, Rusia, Brasil entre otros países, se endeuda localmente con empresas comerciales en moneda nacional que luego buscan la repatriación de sus ganancias en dólares de EE.UU, vemos a menudo a PDVSA vendiendo bonos en moneda extranjera y pagando intereses a los tenedores de los bonos ya emitidos y la recaudación del IVA sigue en ascenso. Y aún así el Estado venezolano no escapa de la crisis económica, o sea, alta inflación, cuantiosas importaciones, fuga de capitales, pago de deuda vieja y de sus intereses y alta sangría en las reservas internacionales. En el gráfico 1, podemos observar que de cada US$ 100 dólares que entran al país por concepto de exportación (95% son exportaciones petroleras) 50 dólares están comprometidos con el pago de la deuda externa en la relación deuda externa sobre las exportaciones totales.
Gráfica 1



Entre 1997 y 1998 las exportaciones petroleras estaban valoradas entre US$ 16,39 y 10,57iii dólares el precio por barril, o sea, representaban el 85% menos de lo que cuesta hoy día un barril de petróleo. Tomando en consideración el precio internacional de referencia de US$ 100 dólaresiv y, aún así la deuda externa sobre las exportaciones totales (petroleras y no petroleras) representaban entre el 90 y 130% de aquellos años, es decir, entre 1997 y 2003 era cuesta arriba pagar deuda externa con exportaciones y menos con un precio por barril de petróleo estando por debajo de los US$ 30 dólares. Las exportaciones no petroleras distaban ligeramente un crecimiento mayor e igual al 17-18% más de lo que es hoy en día 13,9% para el (2012)v en lo que respecta al PIB de manufactura.

Sin embargo, ahora vemos que el crecimiento de las exportaciones petroleras aunadamente a los altos ingresos provenientes de la venta internacional de petróleo ha ayudado a disminuir el peso de la deuda externa sobre las exportaciones en Venezuela para el periodo 2004-2012, en efecto, sí dicha relación ha mejorado ¿Cuál es verdadera razón del endeudamiento del Estado? ¿Acaso los gastos del Estado no son cubiertos aún teniendo un ingreso por exportaciones de petróleo tan alto? La medida más razonable sería la de no endeudarse.

Por otro lado, aunque el servicio de la deuda externa entre las exportaciones totales no ha representado más del 5% en los últimos 5 años (2008-2012). No obstante, es evidente que si descontamos las exportaciones petroleras que representan en los últimos años entre el 90 y 95% de las exportaciones totales del país. El país no contaría con más recursos que no fuera más deuda para pagar deuda vieja, por eso sin el petróleo, no contaríamos con recursos ni siquiera para hacer frente al pago de sus intereses y amortización. Esta es una de las razones por la cual el gobierno se endeuda para hacer frente a altas importaciones (públicas y privadas), pagos de deuda y de servicios de la deuda, expansión fiscal realizando gastos que no generan plusvalor y financiamiento a bajo costo al pequeño capital con tipo de cambio sobrevaluado. ¿Qué pasaría si mañana día bajaran los precios internacionales de los hidrocarburos?

¿Tiene Venezuela la deuda más cara del mundo?vi El Estado se sigue endeudando para darle dólares barato a la burguesía local (nacional y extranjera)

“La forma que toma la apropiación de la renta por el estado nacional para el pago de la deuda externa pública se convierte en una fuente de ganancia extraordinaria para los capitales industriales que operan al interior del ámbito nacional. Ganancia extraordinaria que estos capitales ven a su vez multiplicada en cuanto la remiten al exterior, al haber sido realizada originariamente a un peso sobrevaluado”vii. Juan Iñigo Carrera

En Venezuela la fuente de ganancia extraordinaria es la renta de la tierra minera que permite la realización de un dólar barato para endeudarse y transferir recursos hacia el exterior, pues, buena parte de la deuda adquirida en el exterior es precisamente para permitir la valorización de los capitales pequeños fragmentados que se ven liberados de su misión histórica de valorizarse y acumularse por otras vías distintas a la captación de la renta petrolera. El origen del endeudamiento público externo e interno del Estado venezolano, distan causas por completo impropias al crecimiento del capital industrial (mayoritariamente fragmentado) en el ámbito de la economía nacional (por ejemplo, el Estado contrae deudas para no devaluar inmediatamente, siendo la devaluación innecesaria (la devaluación se hace inevitable si no se toman medidas radicales contra el capital) producto del uso ineficiente del capital y todo para subsanar a las pequeñas empresas imposibilitadas técnicamente para producir a gran escala, empresas comunales que fraccionan el capital concentrado, practicas feudalistas con tufo pre-esclavista como el “trueque”, el conuco, el minifundio, cooperativas, etc.).

Tal como mencioné anteriormente la magnitud de este endeudamiento va a una velocidad que no guarda relación alguna con la capacidad de la economía nacional para generar la riqueza necesaria para el pago de sus intereses y amortización, por tal razón vemos como se pertrecha dicho círculo vicioso que termina siendo muy nocivo y ruinoso para el país.

Para el 2013 la deuda externa total de Venezuela representó apenas el 68% de lo fugado del país. Es sorprendente ver que entre 17 y 18 años (1997-2013) la fuga de capitales haya sobrepasado la totalidad acumulada de la deuda externa del gobierno central en un 348%. Desde 1997 hasta el 2001, la deuda externa era mayor a la fuga de divisas, a partir del 2002 cambia la relación y la fuga de capitales (40.561 MM US$) empieza a sobrepasar la deuda externa total (35.460 MM US$). Miremos el gráfico 2, la evolución de esta dinámica de transferencia de valor hacia el exterior.
Gráfica 2. Analogía entre la deuda externa y la fuga de divisas del país (1997-2013)



Como se puede observar en el gráfico 2, los datos expresan que tanto la deuda externa como el stock de capitales fugados hacia el exterior no han disminuido su ritmo de crecimiento entre el periodo de 1997-2013. Sin embargo, el crecimiento acumulado de la fuga de capitales en ese mismo periodo ha sido de un 883%, mientras que la deuda externa total acumulada del gobierno central (sin incluir Fondo Chino, los pasivos totales de PDVSA y la deuda de PDVSA con el BCV) ha crecido en un 197%. El pago de la deuda externa es una forma de transferir recursos hacia el exterior. Sin embargo, nos referimos a la deuda externa total no al pago de la misma que conjuntamente con la fuga de divisas estriban en más de US$ 219 mil millonesviii de dólares. Desde el año 2003 hasta el 2013 periodo de estricto control de cambio la deuda externa tuvo un crecimiento acumulado del 173%, mientras que la fuga de divisas lo hizo en un 278% en ese mismo periodo. Es decir, el control de cambio que a priori impide la fuga de capitales, ha sido absolutamente vulnerado y sólo ha servido para fugar capital con más ahínco, lo cual la burguesía local no tiene impedimento para fugar divisas.

Por otra parte la estatal petrolera PDVSA acaba de presentar el Balance de la Deuda Financiera Consolidada de la Casa Matriz y sus filiales al 31 de diciembre de 2013, debidamente auditado por Rodríguez Velázquez & Asociados KPMG, con la impresionante cifra de Deuda Financiera Consolidada de 43.384.000.000 dólares estadounidense (ver la Tabla 1).
Tabla 1: Deuda financiera de la casa matriz de PDVSA y otras empresas filiales(2011-2013)



Como se observa en la tabla 1, la variacion del crecimiento acumulado de la deuda financiera consolidada al 31 de diciembre de 2013 representa el 8.3% con respecto al 2012, el 24.3% con respecto al 2011, el 102% con respecto al 2009 (21.419 MM US$) y del 223% con respecto al 2008 (13.418 MM US$). Empero, considerando para un análisis posterior y más detallado sobre la deuda de venezolana, cabe destacar que la deuda de PDVSA es mucho mayor de lo que se imagina y sin considerar la deuda abismal que se tiene con el Banco Central de Venezuela (BCV) que sobrepasa los US$ 70 millardos de dólaresix al tipo de cambio oficial de 6,3 Bs./USD.

Desde hace varios años se viene explicando desde el Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO-ALEM) que la única forma de frenar la sideral hemorragia de divisas hacia el exterior que nos arruina con altos niveles de endeudamiento externos e internos para cubrir fraudulentas importaciones, y mantener sobrevaluado el tipo de cambio con demás gastos improductivos que no generan plusvalía y solo para sostener al pequeño capital, sucesivas devaluaciones de nuestra moneda para mitigar la baja de las reservas internacionales y la generación de escasez e inflación, es crear, una Central Estatal Única de Importaciones (CEUI), aunado de la Estatización total de la Banca (CEUBx) que despoje de la esfera especulativa y falaz, las divisas que la clase capitalista usa para “exportar” y “posesionar” nuestra renta petrolera, en sus cuentas en el extranjeroxi y sin incluir lo que atesora en paraísos fiscales (offshore) de forma encubierta. Según nuestras investigaciones, en esa dinámica de expropiación de capitales que la burguesía aplica a todo el país, deviene la centralidad de los graves problemas económicos que nos aquejan. El mismo Presidente Chávez y ahora Nicolás Maduro denunciaron esta situación y promovió la creación de un organismo similar al que nosotros proponemos.

¡Ni un dólar más para la burguesía! ¡Si hay alternativa!





i Marx, Carlos.: El Capital, Tomo III, Editorial de Ciencias Sociales, La habana, 1973, p. 492.
ii Expresión del Economista venezolano Asdrúbal Baptista.
iii Ver datos de Asdrúbal Baptista en Bases cuantitativas de la economía venezolana 1830-2008.
iv Ver datos de la OPEC, precios anuales.
v Datos del BCV del PIB por clase de actividad económica a precios constante de 1997.
vi Así se intitula un artículo de Manuel Sutherland disponible en: http://m.americaeconomia.com/analisis-opinion/tiene-venezuela-la-deuda-mas-cara-del-mundo.
vii Iñigo Carrera, Juan.: La acumulación de capital en la Argentina, articulo disponible en: el Centro de Investigación como Crítica Práctica (CICP).
viii Desde 1997 hasta el 2013 el neto de la fuga de divisas ha sido en US$ 145.990 MM y el neto de la deuda externa ha sido de US$ 73.243 MM, todos juntos suman más de US$ 219 223 MM, eso sin incluir los US$ 140 mil millones de dólares de los pasivos totales de PDVSA para el 2012 (ver cifras en el Estado Financiero Consolidado de 2012, 2011 y 2010) y la deuda de PDVSA con el BCV que ronda alrededor de los US$ 70 mil millones de dólares.
ix Sube la deuda de PDVSA con el BCV. Disponible en: http://www.notitarde.com/Economia/Sube-la-deuda-de-Pdvsa-con-el-BCV-2157728/2014/05/10/326195
x La Central Estatal Única Bancaria (CEUB), es una propuesta que viene realizando el Centro de Investigación y Formación Obrera, como forma de organizar el crédito bancario a gran escala en aras de potenciar la industrialización aprovechando la economía de escala y el uso científico de la planificación.
xi Para un mejor detalle ver el articulo de Manuel Sutherland y Juan Villegas sobre fuga de capital en: www.alemcifo.org 

Una herencia que perdura. Petróleo, cultura y sociedad en Venezuela - Miguel Tinker Salas


Capítulo VI. La industria petrolera y su proyecto de sociedad

Capítulo VII. Petróleo y política. Una relación que perdura

domingo, 6 de julio de 2014

Argumentos económicos contra el extractivismo



Joan Martínez Alier*
La Jornada

En toda Sudamérica hay enormes exportaciones en volumen (toneladas de petróleo, carbón, mineral de hierro, soya, madera, cobre…) y sin embargo varios países (Brasil, Colombia, Perú, Venezuela, Argentina, Ecuador) no logran apenas pagar sus importaciones. Argentina está entre caer o no en déficit comercial. Colombia, Brasil, Perú, Ecuador ya lo hicieron en 2013 y principios de 2014. Sus exportaciones no pagan sus importaciones. Un ejemplo: Colombia vende al exterior unas cinco veces más toneladas que lo que compra de él, y sin embargo no puede pagar sus importaciones con las exportaciones que, en este caso, son en buena parte de carbón.

Persiste una estructura desfavorable en el comercio exterior, se exportan más toneladas que se importan, y se vende mucho más barato por tonelada que lo que se compra. Y esa gran exportación física no consigue ya pagar las importaciones o lo consigue apenas. Las balanzas comerciales de estos países medidas en dinero están ya en déficit, excepto en Argentina, que tiene todavía con un pequeño superávit.

Un reciente artículo publicado por la Flacso-Ecuador (de Pablo Samaniego, María Cristina Vallejo y yo mismo) con el título Déficits comerciales y déficits físicos en América del Sur llama la atención sobre esos hechos, fruto de una equivocada política extractivista. Nuestro artículo va a contracorriente de los entusiasmos generados por la evolución favorable en los términos de intercambio en los inicios del siglo XXI en América del Sur. Al analizar en detalle tres países andinos (Colombia, Ecuador y Perú) comprobamos que ciertamente existió una mejora en los términos de intercambio, pero que en 2012-2014 toca a su fin.


Da lo mismo que los gobiernos sean nacional-populares o neoliberales. En Brasil y Argentina, al igual que en esos otros países y en Venezuela, las exportaciones son persistentemente mayores que las importaciones (en toneladas). Sin embargo, Brasil ya entró en déficit comercial entre enero y marzo de 2014 de 6.072 millones de dólares, el mayor para un trimestre en 21 años, mientras Argentina ha visto casi desaparecer su superávit comercial entre 2012 y el primer trimestre de 2014. Y eso a pesar que la moneda de ambos países se ha estado devaluando, en un intento por exportar todavía más cantidades y de frenar importaciones.


Existe estructuralmente una relación de intercambio desfavorable que se observa en dos ámbitos: por una parte, se registran persistentes déficits físicos, es decir, se exportan más toneladas de materiales que se importan. Lo llamamos déficit porque se pierden recursos naturales, se agotan los recursos. En años muy recientes esta trayectoria se acompaña en países grandes y chicos por un contraproducente déficit en la balanza comercial monetaria, que compone el segundo ámbito de deterioro estructural en el comercio exterior de estas economías. ¿Por qué contraproducente? Porque en principio conduce a un endeudamiento mayor y a una presión por exportar más y más, causando mayores daños ambientales y más conflictos sociales. Los déficits comerciales exigen otros ingresos en el balance de cuenta corriente o en el balance de capitales. La afluencia de inversión extranjera directa puede compensar el déficit comercial, pero va a generar rentas que se escapan después del país.


Un ligero resfriado en China se convierte en pulmonía en América del Sur, aunque uno pueda pensar que la demanda de materias primas que no se reciclan (como los combustibles fósiles) o que se reciclan sólo en parte (como los metales) tenderá a ser firme, incluso sin crecimiento económico mundial. Si el mundo hoy quema 90 millones de barriles, mañana va a quemar otros 90 millones, un poco más o un poco menos. La energía no se recicla. La demanda se mantiene, pero los costos económicos, sociales y ambientales de la extracción son crecientes al disminuir la ley de los minerales metálicos y extraer petróleo o gas de lugares más recónditos, como sucede también en la extracción de madera, soya, palma de aceite. Al mismo tiempo, con ofertas abundantes, los precios pueden bajar mucho a causa de pequeñas oscilaciones en las coyunturas de los países importadores.


Así pues, las críticas de los post extractivistas sudamericanos (Maristella Svampa, Eduardo Gudynas, Alberto Acosta) tienen doble fundamento económico. La exportación de materias primas agota los recursos naturales, produce contaminación y causa conflictos con las poblaciones locales, envileciendo a los gobiernos que usan la represión como método para la extracción, como el presidente Correa, en Intag, Ecuador, en estas semanas, olvidándose ya del Buen Vivir o Sumak Kawsay. Y por otro lado, los precios de esas cuantiosas exportaciones son baratos en relación con las importaciones. Se exporta mucho y sin embargo no se cubre el costo de la importación. De ahí un nuevo camino por la ruta del endeudamiento.



*ICTA-Universitat Autònoma de Barcelona

martes, 1 de julio de 2014

Nuestro ogro filantrópico


Por José Natanson
Le Monde Diplomatique, Argentina

No es posible, en sociedades complejas como las nuestras, identificar un solo gran problema: la vida contemporánea, enmarañada por naturaleza, está atravesada por miles de cuestiones irresueltas. Sin embargo, con la distancia que da el tiempo es posible aislar, en cada momento histórico, un problema que por su gravedad opaca al resto y alrededor del cual gira el debate público, y que una vez solucionado deja su lugar a otro, no menos acuciante. Si en los 80 era la recuperación de la democracia y la consolidación de instituciones políticas estables, si en los 90 la preocupación pasaba por reducir la inflación y construir una moneda duradera, y si al comienzo del nuevo siglo, cuando la izquierda comenzó a expandirse como una mancha de aceite por la región, la atención estaba enfocada en la dimensión social, mi tesis para América Latina –formulada con cautela pues se trata de una tendencia incipiente– es que el problema central hoy radica en la provisión de servicios públicos urbanos.

El estudio del Latinobarómetro, que todos los años releva las principales preocupaciones de la región, viene registrando un aumento de la insatisfacción con los servicios públicos, comenzando por el más básico de todos: la seguridad. En efecto, el análisis de la serie histórica demuestra que antes del giro a la izquierda, en 2002/2003, el ranking estaba encabezado por el desempleo (29 por ciento) y que últimamente ha sido superado por la inseguridad (24 por ciento). Quitando las cuestiones estrictamente económicas, los latinoamericanos no creen que los principales problemas sean el autoritarismo (como seguramente hubieran señalado en los 80) ni la corrupción (como podría suponerse de la lectura de la prensa) sino la delincuencia, la educación, la salud y –gran novedad– el transporte (1).

Este malestar difuso se complementa con la evidencia, ésta sí bien concreta, en el sentido de una multiplicación de estallidos ciudadanos, entre los que sobresalen las marchas de los estudiantes chilenos de 2010/2012, las manifestaciones convocadas el año pasado en Brasil en rechazo al aumento de la tarifa de transporte y los reclamos masivos contra la inseguridad concretados en prácticamente todos los países de la región, incluyendo desde luego a Argentina. Las quejas por la ineficiencia de los servicios de salud llevaron a algunos países, como Venezuela y Brasil, a recurrir a médicos cubanos. Pero más allá de cada caso y excluyendo de la lista a los episodios recientes de Venezuela, que por su escalada ultraviolenta y el tipo de régimen merecen un tratamiento aparte, y quitando también los reclamos contra diferentes actividades extractivas, sobre todo en países que experimentan auges mineros como Perú, que también exigen una consideración especial, no parece exagerado afirmar que estamos ante una nueva “onda larga” de conflictividad, diferente a la beligerancia social que marcó el fin del ciclo neoliberal, más dispersa y carente de articulación política y centrada esta vez en los servicios públicos.

Motivos

Una primera causa posible reside en los éxitos de los procesos de inclusión impulsados por los gobiernos de izquierda, que al elevar el piso de la expectativa social atenuaron la urgencia de los reclamos básicos de alimentación y empleo y potenciaron nuevas demandas. El transporte, por citar sólo un caso, no será lógicamente motivo de preocupación si una persona se encuentra desempleada, pero empieza a tornarse insoportable si tiene que trasladarse todos los días al centro de una ciudad de quince millones de habitantes, en hora pico y en un tren construido antes de la Segunda Guerra Mundial. Del mismo modo, las políticas sociales con contraprestación, como el Bolsa Familia brasilero o la Asignación Universal argentina, incrementaron la presión sobre los sistemas de educación y de salud, que prácticamente de un día para el otro se vieron obligados a atender a un sector de la población antes excluido. La clase media latinoamericana, que según datos del Banco Mundial se expandió un 50 por ciento en la última década (2), exige nuevas respuestas que, consecuencia de esta “crisis de crecimiento”, ya no pasan tanto por la vitalidad de la demanda social como por la capacidad del Estado para satisfacerla. En la rústica expresión de esas almas simples que son los economistas, un problema por el lado de la oferta.

En este sentido, hay que señalar que los reclamos recientes no se sitúan necesariamente en los países más pobres de la región ni en las zonas más castigadas o alejadas de los centros nacionales, sino en las grandes metrópolis. El caso brasilero es interesante: la protesta contra el aumento de la tarifa del transporte, a la que luego se sumaron otras demandas, comenzó en San Pablo y no en, digamos, Recife o Fortaleza (el altísimo nivel de adhesión con que cuenta el gobierno del PT en el nordeste brasilero probablemente contuvo los reclamos en la zona más pobre del país, lo que abre un campo de comparación sugerente con realidades aparentemente muy distintas, como la boliviana: se trata en ambos casos de liderazgos de fuerte identificación popular –Lula y Evo– que supieron combinar la inclusión simbólica del “gobierna uno de nosotros” con la inclusión material de las políticas de transferencia de renta, en el marco de una macroeconomía que, a diferencia de Venezuela o Argentina, fue manejada con mano de hierro ortodoxa; en otras palabras, el piso del cual partieron, la miseria medieval del nordeste brasilero o del altiplano boliviano, era tan bajo que habilitó un modelo en cierto modo “más fácil” que el de los países con tradición de clase media).

Pero no nos desviemos. Lo que quiero plantear aquí es que la ola de manifestaciones en rechazo a la decepcionante performance de los servicios públicos no se origina en las clases más bajas ni en las zonas más atrasadas sino en los sectores medios o medios-bajos de las ciudades modernas, lo que remite a su vez a la tesis de la “trampa del desarrollo medio”: la idea de que es posible superar el atraso secular (altiplánico o nordestino o, digamos, chino), pero que es mucho más difícil pegar el salto que separa los estadios intermedios de desarrollo de las puertas doradas del Primer Mundo.

En una mirada más cotidiana, los reclamos se explican por un doloroso contraste: por un lado, las condiciones de vida de los latinoamericanos han mejorado notablemente como resultado de la reducción del desempleo y el acceso a bienes de consumo, incluyendo bienes de consumo durable como electrodomésticos, a lo que habría que sumar un aspecto inmaterial pero que también forma parte de los avances de estos años: la mejora de la convivencia entre varones y mujeres y la mayor tolerancia a la diversidad habilitada por las políticas de género, salud reproductiva y protección de las minorías sexuales. Y, frente a estos progresos, las deficiencias del sistema de salud, la baja calidad de la educación pública, el caos del transporte y la posibilidad para nada incierta de ser acuchillado a la vuelta de la esquina. En otras palabras, la idea es que mejoró la calidad de vida de las personas dentro de su casa pero no fuera de ella.

Detrás de esta realidad se esconde un problema cuyo origen puede remontarse a los inicios de la Revolución Industrial: el desajuste entre el proceso de crecimiento económico (asociado a la expansión industrial) y el de urbanización (entendido no sólo como la migración del campo a la metrópoli sino como la “construcción de ciudad” en sentido amplio), cuyo reflejo literario más famoso son las desoladoras páginas finales de Tiempos difíciles (3). La inédita etapa de crecimiento económico y aumento del consumo que atraviesa América Latina después del estancamiento desindustrializante de los 90 está haciendo colapsar los servicios públicos y pone en riesgo la sustentabilidad urbana: pareciera que la ciudad, que nació como refugio frente a las inclemencias de la naturaleza y el feudalismo, como un ámbito de convivencia y movilidad social, se hubiera convertido en una amenaza: la sensación, tan angustiante como letal para la construcción del espacio público, de que sólo estamos verdaderamente seguros cuando cerramos la puerta.

Un Leviatán ahí

La edición especial de Le Monde diplomatique que el lector tiene en sus manos desarrolla estas y otras cuestiones desde una mirada que busca enfocar panorámicamente la realidad latinoamericana actual, entre el necesario balance del giro a la izquierda y la urgencia por comprender el desafío –político y geopolítico– de una nueva derecha: edulcorada, enmascarada y presentable, pero derecha al fin. Los textos que integran este número, escritos por periodistas, académicos y analistas de distintos países, abordan los principales temas del debate latinoamericano actual y dejan la impresión de un cierto amesetamiento, que está lejos de marcar el final del ciclo progresista pero que también está lejos de las tal vez desmesuradas expectativas iniciales.

En el centro de todo esto se encuentra, una vez más, el Estado, que como sucede con las madres de las familias numerosas es el nudo donde se concentran todas las demandas, todas las quejas, todas las angustias. En La protesta social en América Latina, el trabajo coordinado por Fernando Calderón que constituye el estudio más exhaustivo sobre las manifestaciones callejeras de la última década (4), se llega a la conclusión de que el 70 por ciento de los conflictos registrados en la región no tienen como eje al sector privado (por ejemplo una empresa) ni a una entidad extra-nacional (el FMI o la Embajada de Estados Unidos) sino a nuestro viejo y castigado Leviatán, ese “ogro filantrópico”, según la afilada expresión de Octavio Paz, que es el principal sujeto de nuestros reclamos pero todavía el único capaz de ofrecer una respuesta.

Notas
1. La información está disponible en www.latinobarometro.org
2. Banco Mundial, “La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina”. En el informe se sostiene que Argentina y Brasil son los países en los que más se expandieron los sectores medios.
3. Charles Dickens, Tiempos difíciles, Alianza Editorial.
4. Fernando Calderón Gutiérrez, La protesta social en América Latina, Cuadernos de Prospectiva Política 1, PNUD-PAPEP-Siglo XXI.

EDICIÓN ESPECIAL: FRACTURAS EN AMÉRICA LATINA

Edición Nro 179 - Mayo de 2014