domingo, 26 de julio de 2015

El rentismo de los empresarios. "Inversión privada y renta del petróleo" (1999). Asdrúbal Baptista



Existe una dimensión del proceso económico venezolano a la que no se ha prestado la atención debida. Se trata de la relación entre la inversión privada y la renta percibida por el Estado con cargo a su propiedad del subsuelo. Dada al importancia que tiene la primera de estas dos variables en la discusión económica convencional, ha de ser útil disponer de los elementos que aquí habrán de aportarse.

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viernes, 24 de julio de 2015

Asdrúbal Baptista: “El crecimiento a cuenta de la renta petrolera carece de futuro”

Asdrúbal Baptista: “El crecimiento a cuenta de la renta petrolera carece de futuro”

Por Víctor Salmerón | 23 de julio, 2015
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Asdrúbal Baptista fotografiado por Andrés Kerese
Fiel a sus preceptos, Asdrúbal Baptista teje un análisis que explora las entrañas del Petroestado. Sin caer en la tentación de señalar culpables, con detenimiento, desglosa las causas que explican por qué a principios de los años ochenta culminó el largo ciclo de expansión que comenzó en 1920, tras la aparición del oro negro en el Lago de Maracaibo. Con honestidad, aborda el trasfondo de las últimas tres décadas, un laberinto donde al país le ha sido imposible reencontrar el crecimiento sostenido y, de cara al futuro, propone un cambio radical en el destino de la renta.
Catedrático de la Universidad de Cambridge, Regente de la Cátedra Andrés Bello de la Universidad de Oxford, miembro de la Academia de Ciencias Económicas, profesor vitalicio del IESA, no ha dejado de investigar. La semana pasada bautizó su libro Los números del petróleo: Venezuela 1925-2012, donde recopila cifras que resultarán esenciales para evaluar el impacto del barril en las cuentas nacionales, tanto en bolívares como en dólares.
En su libro Teoría Económica del Capitalismo Rentístico usted señala que el ciclo virtuoso que experimentó Venezuela entre 1920 y la década de los setenta obedeció a que la renta petrolera permitió una evolución armónica de la oferta y la demanda. De la mano del Estado surgió un sector industrial con dólares baratos, crédito abundante, pocos impuestos y protección de la competencia extranjera. También se desarrolló el mercado con empleo público, contratación de obras y urbanización. Pero este equilibrio se rompió a principios de los ochenta y emergió un colapso cuya manifestación más clara es que la inversión superó por mucho a la demanda, que dejó de crecer velozmente tras finalizar la urbanización. Al mismo tiempo, la sobrevaluación bloqueó la posibilidad de exportar. ¿Entonces, es imposible crear un nuevo ciclo virtuoso con un sistema que tenga como eje a la renta petrolera?
Es bueno precisar que el primer gran envión de ese ciclo no es la renta sino la actividad productiva tras el petróleo. Lentamente la cara de la renta se le va a ir sobreponiendo. Dicho esto, esta pregunta va al meollo de lo que fue mi contribución en ese libro. En esta descomunal expansión de cinco décadas que mencionas el PIB por habitante alcanzó su valor máximo a finales de los años setenta y la economía dejó de producir números crecientes en un momento en que recibió una gran masa de recursos. Se pensó que aquello era un simple vaivén, pero la verdad es que había algo tan de fondo que comienza una larga caída del PIB por habitante que se va a asociar con el descenso del salario real. Un declive que se prolongó hasta avanzada la primera década del siglo XXI. Entonces, la pregunta que deberíamos hacernos es cuáles eran las condiciones iniciales en las que el país recibe ese impulso enorme, para recrearlas, en caso de que mañana el precio del petróleo llegara a 150 dólares y aumentara proporcionalmente en los términos en que lo hizo en los años sesenta y setenta.
Comencemos por decir que Venezuela era un país rural de modo que construir el mercado, es decir, el proceso de urbanización, fue el espacio al que se dirigió en una medida muy importante el crecimiento. Seamos categóricos: ya no tenemos a nuestro favor lo que Venezuela tuvo a comienzo de los años veinte, un inmenso atraso que se expresaba, entre otras cosas, en una población rural que se urbanizó a una altísima velocidad. En concreto, esto significa que las posibilidades de inversión ya no cuentan con el mercado doméstico. Eso hace que la renta gastada como se gastó no nos va a hacer crecer: sólo puede crear impulsos circunstanciales, que muy pronto se autoderrotan.
Entonces, ¿cómo imaginar el uso de la renta para el país de hoy si se llegara a producir un aumento sostenido de los precios del petróleo?
El gran impulso no vendrá de la idea de crecer a cuenta de la renta. La renta tenemos que dejarla para otros propósitos. Las bases para el crecimiento de Venezuela tienen que ser un ejercicio de gasto consciente de la renta en bienes colectivos, que no van a ser de consumo privado. Tampoco la inversión pública productiva, en el sentido estricto de la palabra.
¿Tampoco para ampliar la Corporación Venezolana de Guayana, Sidor, Cantv, por ejemplo?
Deben ser bienes que sirvan a toda la sociedad. Estamos hablando de un frente inmenso, porque allí está la infraestructura del país: carreteras, edificios públicos vinculados con la salud, la educación, esparcimiento, redes de agua, redes de cloacas. Hoy tenemos necesidades de inversiones en obras colectivas, por ejemplo: una nueva autopista Caracas-La Guaira. Si vas a la Universidad Simón Bolívar pasas por la misma carreterita por donde yo pasaba en 1960. Son cosas que si no están no hay crecimiento. El crecimiento tiene que ver con todo aquello que una sociedad es capaz de hacer y que impulsa los salarios reales. En última instancia: la productividad.
Al cambiar el uso de la renta a bienes colectivos, ¿nos plantearíamos cómo importar lo que se requiere para construir carreteras, hospitales, aeropuertos en vez de bienes de consumo?
Tendríamos entonces un país que se ha planteado hacer algo distinto con el ingreso petrolero. No es que no vamos a crecer, sino que la renta no es para crecer. Por buscar a la renta para crecer estamos donde estamos. La renta, en última instancia, es capacidad de importar: una masa enorme de recursos que se tienen como capacidad de importar tienes que hacerlos venezolanos. Si los vas a hacer en objetos del consumo, es decir: que la gente compre hojillas de afeitar, automóviles, etcétera, vas a tener un inmenso problemón como el que tenemos en este instante con el tipo de cambio. El tipo de cambio es la consecuencia del uso de la renta.
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Asdrúbal Baptista fotografiado por Andrés Kerese
En el prólogo de su libro de 2006, El relevo del capitalismo rentístico, usted habló de “la deliberada vuelta hacia el rentismo en cuanto práctica económica y en cuanto modo colectivo de vida, que al presente se proclama como el camino más favorable que Venezuela debe transitar en el futuro”. Luego agregó que “la renta petrolera no tiene futuro”. ¿Entonces hemos estado caminando por una calle ciega desde los años ochenta, cuando se quebró la situación ideal de 1920-1970?
Si no hemos estado caminando por una calle ciega, ¿qué podría decir uno parado en el año 2015? Pues que se ha avanzado por una vía que no nos ha llevado a ninguna parte. Pero eso no estaba claro en 1980: la calle es ciega hoy, vista hacia atrás.
¿Y en 2006 no estaba clara esa calle ciega?
No lo sé. Déjame responder por 1994: en julio de ese año el entonces candidato Rafael Caldera conversó conmigo sobre lo que iba a decir en la Asamblea Anual de Fedecámaras. Le dije que le ofreciera al país que iba a detenerse la caída del salario real. Y su respuesta fue: “Asdrúbal, ¿tan poco vamos a ofrecer?” ¡Pero ese hubiese sido el mayor logro de su segundo Gobierno! Es decir, es una calle ciega vista desde hoy. Probablemente es lo mismo de 2006. Vamos a modificar algo aquí, cambiamos los hombres y esto lo podemos resolver, pero había algo más de fondo: habíamos llegado al límite. La médula de la tesis de la que conversamos antes es que la renta sirve para crecer mientras más atrasado estás, porque tienes todo como mundo hacia adelante y Venezuela era un país muy desarrollado a finales de los años setenta, pobre quizás, pero con un nivel de desarrollo incuestionable.
Cuando habló en 2006 de la deliberada vuelta hacia el rentismo, ¿a qué se refería concretamente?
El rentismo era: vamos a utilizar la renta para crecer.
En el 2006, cuando ya se vislumbraba el aumento del petróleo, usted ya decía que la renta no tenía futuro. ¿Y a ese Gobierno era imposible plantearle que iba hacia una calle ciega?
Para honrar a la verdad, en un momento dado mi proposición fue utilizar el grueso de la renta para reurbanizar al país, creando en el Eje Orinoco-Apure una nueva masa urbana que requería inversiones de infraestructura, inversiones productivas. Ahora bien, el uso de la renta para aumentar el consumo pura y simplemente produjo algo que hay que ponerlo en su santo lugar: aumentó el nivel de consumo popular masivamente. Y allí se juntan entonces, como fueron los años iniciales del petróleo, crecimiento y desarrollo. Así como Cadivi hizo que los venezolanos descubrieran el mundo, sobre todo quienes no habían tenido oportunidad.
Hay una decisión de impulsar el consumo popular redistribuyendo la renta. El problema es que el país cae en un gran desequilibrio macroeconómico que pareciera que va a revertir ese nivel de consumo. Ahora no se puede consumir porque existe una escasez tremenda y unos altísimos niveles de inflación que están golpeando esa capacidad de consumir. Eso es lo que llamo una calle ciega.
Es una calle ciega hoy. En 2006 no era ciega.
Pero en 2006 usted ya hablaba de que la renta no tenía futuro.
Porque tenía a mi favor todo lo que los años anteriores me habían permitido entender. Eso no lo logré comunicar. No se trataba de que alguien dijera “Baptista tiene razón”. No hablo en términos personales, sino en cuanto a la comprensión de las cosas. Este punto del consumo es muy importante. En el prólogo que escribo para la segunda edición de La Teoría Económica del Capitalismo Rentístico, en 2008, se menciona la imprescindible necesidad de que haya una caída del consumo para que el país pueda salir adelante.
Concretamente, ¿cómo diferencia el crecimiento del desarrollo?
El crecimiento es algo individual: cuántos automóviles tengo yo, cuántos metros cuadrados de vivienda, cuál es mi salario real, el ingreso por familia en bienes de consumo. El desarrollo, en cambio, son cuántos servicios de asistencias prestan los hospitales, cuántos metros cuadrados de carreteras y automóviles se usan, cuántos museos visita la gente, cuánta música escucha y qué tipo de música. Eso ya no alude a hechos individuales.
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Asdrúbal Baptista fotografiado por Andrés Kerese
En su libro de 2006 usted también escribe que “resulta un verdadero desatino acomodar el negocio petrolero a un campo de directrices que persigan extraer a toda costa una renta predeterminada. Porque ha de ser obvio a estas alturas que la realidad de las cosas —tanto el estado del mercado mundial como el carácter mismo del negocio impone unos límites férreos e infranqueables, en razón de lo cual una política puramente rentista carece de posibilidades de éxito, y más bien debe precipitar consecuencias funestas para la industria petrolera venezolana”. ¿Se aplicó esta política puramente rentista en la industria petrolera? ¿En qué consistió? ¿Tuvo efectos funestos o usted se equivocó con esta apreciación?
Cuando escribí eso no estaba en el horizonte que los precios del petróleo llegaran a donde llegaron. Me refería a sujetar las inversiones que se necesitaban en el sector petrolero a condiciones para que fueran estrictamente rentísticas. ¿Qué es la renta? Produces petróleo y lo vendes muy por encima de lo que cuesta sacar el barril. Cuando se escribió eso, entre 2004 y 2006, si el país iba a acelerar la política rentista era exigiendo que las inversiones por hacerse se plegaran a las exigencias rentísticas en impuestos y regalías. Remarcar lo rentista en esas condiciones era poner la inversión bajo condiciones que no iban a ser aceptadas por los inversores. Luego viene el aumento de los precios del petróleo, que aflojan todo eso.
Ahora que el precio no está en niveles siderales, ¿hay que rediseñar esas condiciones?
En este momento uno querría tener una información que no existe, bajo qué condiciones se está abriendo el mercado petrolero venezolano a la inversión mundial.
Se habla que hay una redefinición de condiciones.
Ese tipo de cosas solían ponerse en el papel y uno tenía elementos de juicio, podía hacerse un criterio. Anda tú a ver cuáles son en este momento las condiciones bajo las cuales la inversión extranjera foránea, venga de donde venga, está produciendo. De uno juntar el contenido del discurso con las condiciones, o estas condiciones son extremadamente duras para que sean proporcionales al discurso o el discurso es una mampara. Me hago esa pregunta ingenuamente.
¿Ingenuamente?
Sí, sí. No tengo elementos de juicio.
En una especie de balance histórico, usted señaló que la sobrevaluación de la moneda “es una bendición para facilitar el proceso de urbanización, la acumulación de capital, la estabilidad doméstica de los precios o la maximización de la renta cuando esta se fija en valores nacionales, pero no es menos palmario que una moneda muy cara limita el acceso de los bienes producidos al mercado internacional, tanto que los ingresos al fisco sufren ostensibles mermas cuando la renta externa se cambia a una tasa sobrevaluada”. También indicaba que “la urgencia de crear puestos de trabajo, al igual que los naturales ritmos del ciclo político, conducen al abultamiento del empleo público. Ello se traduce en mayor demanda doméstica, pero también en una situación muy delicada, por lo potencialmente crónica, del balance de las cuentas públicas”. ¿Qué propone para aislar los efectos perniciosos de la renta petrolera?
La renta sirvió para acrecentar el tamaño del empleo público, mantener una moneda sobrevaluada, unas cuentas fiscales razonablemente equilibradas, un crecimiento de la demanda doméstica y de la inversión interna. Es decir todo aquello que da idea de un equilibrio, porque las condiciones iniciales eran de un atraso tan grande que finalmente había un espacio muy grande para que eso ocurriera. A estas alturas ese espacio se cerró. ¿Vas a hacer crecer la demanda doméstica vía el crecimiento del empleo público? Te revientan las cuentas fiscales y terminas con una retroalimentación que es insostenible.
Caigo en la cuenta del empleo público en las semanas previas a la asunción de Caldera a su segundo gobierno. Y en ese momento la gran tarea que yo veía para el Gobierno era desahogar la presión que creaba esa masa enorme de empleados públicos. ¿Treinta años más tarde qué voy a decir? El empleo público no ha dejado de crecer. Y al crecer el empleo público, todos los eslabones que tienes en tu cabeza ponlos a funcionar y terminas entonces en inflación, déficit en las cuentas fiscales… por allí no funciona. Si quieres hacer crecer la economía no va a ser por la vía del gasto de la renta como lo conocimos.
También escribió en 2006 que el hecho de que exista un Estado autónomo que, gracias a la renta petrolera, no requiere del sector privado para obtener ingresos, “configura un obstáculo mayor para los fines del desarrollo de la iniciativa privada y por consiguiente del crecimiento económico”. Además, afirmó que “con todas sus implicaciones y contradicciones debe admitirse que la base económica de la sociedad moderna descansa en la iniciativa privada, que a su vez resulta ser el perfecto correlato de la ciudadanía política. Mas su pleno ejercicio enfrenta impedimentos mayúsculos cuando el Estado monopoliza al mismo tiempo lo político y lo económico”. ¿Cómo se puede alcanzar un nuevo balance de poder?
Ésta es la gran pregunta que el país tiene por formularse. Si, por ejemplo, vemos hacia Colombia, observamos que el Estado es dependiente de la sociedad tanto como la sociedad lo es del Estado, esa recíproca dependencia nosotros nunca la tuvimos. En Venezuela la conducción política tiene en su respaldo primordial la no necesidad de la sociedad civil, en el sentido de que la sociedad civil no lo financia. El Estado nace en Venezuela de la mano del petróleo. El petróleo no solamente urbanizó, creó la red de carreteras, escuelas: también permitió la conformación del Estado moderno venezolano. Tú revisas los documentos públicos de los partidos políticos después del gomecismo y no hay ninguno que finalmente no ponga su acento en el liderazgo que en lo económico debe tener el Estado. No hubo nunca en Venezuela un pensamiento liberal.
Voy a dejar esta pregunta abierta por necesidad de ser riguroso: el venezolano, tú, yo, nuestros hijos, mis padres, ¿qué tienen como gran predisposición social detrás, para los fines de contar con un Estado distinto? Esto podría cambiar. Pienso en concreto que en Venezuela, en un plazo de unas cinco décadas, un siglo, los venezolanos nos hiciéramos tributarios del Estado en el sentido impositivo de la palabra. Toma un simple elemento de juicio para que veas la contracorriente de los tiempos, que es el precio de la gasolina. Un bien público por el que los venezolanos no estamos dispuestos a pagar un céntimo.
También es una muestra de cómo el Estado ve a la sociedad. Un Estado que ni siquiera en medio de un déficit fiscal de más de 15% del PIB se atreve a cobrar por la gasolina.
Esto es bilateral. No hay lo uno sin lo otro. Ése es un tema que se ha planteado muy pobremente. Una de las variables de esa discusión ha sido que al final de cada ejercicio fiscal cada venezolano tenga derecho a ir a PDVSA a recibir lo que le toca por ser propietario. Hay manifestaciones preciosas de lo que efectivamente puede ser la mente buscando la solución a un problema y toparse con una respuesta que es exactamente contraria a la que quizás debería darse. En última instancia, como respuesta, en abstracto, la renta petrolera no puede ser privada: tiene que ser colectiva. Y si es colectiva no puede ser para disfrute individual, sino para disfrute colectivo.
Hablando un poco más del sector privado, usted dice que en los años ochenta el Estado tenía una gran debilidad, estaba endeudado y el sector privado, que había acumulado un gran capital, simplemente se replegó.
Lo que le interesaba era ganar un bolívar más. Nunca fue más pobre el sector privado como expresión de una voluntad de desarrollo del país que en esas circunstancias. No oías salvo “¿Qué puedo hacer para que me reconozcan estos dólares que compré a esta tasa?” Los planteamientos eran de una pobreza ideológica infinita.
¿Y ahora cómo observa el tema?
¿Dónde están? Las circunstancias en este momento son de tal entidad que no puede haber más incentivo para el pensamiento, para la reflexión, para poner de manifiesto ideas importantes. Es muy posible que en medio del declive de los años ochenta aún la bonanza fuera tal que el país no daba para una discusión intensa y rica como la que deberíamos tener en este momento.
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Asdrúbal Baptista fotografiado por Andrés Kerese
¿Nota alguna diferencia entre el sector privado de ahora y el de entonces?
De fondo no. “Denme divisas, asegúrenme esto, provéanme de esto…”, lo más convencional.
¿Qué ocurre para que Venezuela no sea capaz de atraer al sector privado nacional e internacional para que invierta?
Eso hay que preguntárselo al sector privado. Yo respondo por lo que oigo de los privados nacionales. Escucho los discursos y me digo ‘No hay fuerza’. El país no está en la mira. El país de hoy es muy distinto al que teníamos en los años ochenta. Hoy tenemos a un país sumamente desarrollado, mucho más en lo político que en lo económico, pero sumamente desarrollado.
¿Desarrollado de qué forma en lo político?
La gente siente derechos que hace treinta años ni por asomo y la gente sabe que el petróleo tiene que ver con ellos.
Que una sociedad en su conjunto permita que la mitad de la renta petrolera vaya a un fondo como el Fonden, del que no se sabe nada, ¿es desarrollo político?
¿Y por qué no? Perdóname: cuando la gente caiga en cuenta de eso de repente pregunta. En los años noventa la gente no hablaba de petróleo.
En realidad a esta sociedad no le ha importado cómo se ha administrado la renta petrolera.
No estoy seguro de eso. Lo importante aquí es tener la serenidad para darse cuenta de que hay cosas. Puedes ver mañana tu cuenta corriente crecer si te depositan algo. El desarrollo tiene otras velocidades.
Bueno pero lo mínimo del desarrollo político es exigirle rendición de cuentas a los gobernantes que administran el dinero de la Nación.
Eso está al final del camino, el desarrollo político desemboca en eso.
Entonces estamos muy lejos de eso.
Es muy posible. Estamos hablando de procesos sociales e históricos. La premura en esto no es posible.
¿Vamos a llegar a eso después de cuántos caudillos que utilicen el dinero de la Nación cómo les dé la gana?
¿Y si el caso fuera ése?
Creo que habría que acelerar el proceso. Plantearlo es importante y usted no lo plantea. Dice que estamos muy desarrollados políticamente.
Perdóname, pero es que yo comparo al venezolano de hoy con el de hace treinta años y este venezolano tiene una conciencia de sus deberes y sus derechos que no era el de hace treinta años, para nada. Yo me abriría a un proceso que está en marcha, que probablemente tú no ves. Estamos hablando de algo que está, lentamente, haciéndose.
¿Cómo observa el tránsito hacia el socialismo?
Déjame ponértelo científicamente: socialismo no ha habido.
Los fundos zamoranos y las empresas de producción social, ¿no serían parte de la producción no capitalista?
Si estamos hablando en serio, el socialismo es una estructura económica en la cual los excedentes productivos son generados socialmente. El principal excedente en Venezuela es la renta y la renta es la perfecta expresión capitalista de un ingreso. Históricamente no ha habido socialismo. Estoy pensando en el mundo: ha habido sociedades a las que se las llamó socialistaspero cuando la historia se descubre, y se descubre rigurosamente, experiencias socialistas no ha habido. Entonces, si me preguntas por el socialismo digo que tengo que esperar que acontezca como realidad histórica para poder evaluar mi propia sociedad a la luz de aquello.
¿Los venezolanos han intentado hacer algo que no se ha hecho nunca en el mundo?
Se lo propusieron, como quizás también en algún momento lo hicieron otras sociedades, y se terminó demostrando que aquello no era. Y tan no era así que finalmente no se sostuvo. Yo como científico de la sociedad tengo que esperar por la realidad acontecida para poder hablar de eso. ¿Voy a hablar de algo que está en mi fantasía, en mis ilusiones, en mis anhelos? Ése no soy yo.
¿No ve un solo signo de socialismo en la economía?
El principal signo sería la sustitución de la renta por un ingreso que fuera generado socialistamente. Y eso no ha acontecido. La renta es un ingreso estrictamente del mercado mundial y en ese sentido es capitalista. No hay nada más capitalista que el ingreso de la renta del petróleo. Para yo poder hablar, Asdrúbal Baptista, de que se ha puesto en marcha el proceso de construcción del socialismo tengo que ver a la renta desapareciendo y en su lugar apareciendo un ingreso generado socialistamente. Eso aún no lo he visto.

miércoles, 8 de julio de 2015

Entrevista a Jorge Giordani: La disputa por el poder comenzó apenas enfermó Chávez… y aún sigue


  • Por:
  • HERNÁN CARRERA


El exministro de Planificación defiende su gestión y afirma que advirtió a tiempo de la crisis que venía: “El regalado se tiene que acabar, comandante”, le dijo al fallecido Presidente en mayo de 2012
“Cero hits, cero errores, cero carreras”: así, en términos beisbolísticos, resume Jorge Giordani el efecto de las explosivas denuncias que ha venido haciendo sobre la conducción de las políticas económicas del país.
Jorge Giordani es hoy la representación vívida del ostracismo político. “Chivo expiatorio para los fascistas y traidor para el gobierno” –segúun apunta él mismo–, un manto de silencio envuelve hoy a quien, tras acompañar a Chávez durante 12 de los 14 años de su mandato, es inevitablemente percibido como el arquitecto del modelo económico propulsado por la llamada revolución bolivariana.
Curiosamente, quienes lo acusan de traidor se han quedado con las ganas de verlo correr hacia las filas y las ideas del adversario político. Y quienes lo demonizan como responsable de la crisis hoy desatada, no se detienen siquiera a considerar la posible utilización, en provecho propio, de sus actuales señalamientos.
En realidad, ni unos ni otros parecen tener interés en lo que pueda decir Giordani. ¿Qué aspectos defiende hoy de su actuación en el Ejecutivo? ¿Asume sus responsabilidades? ¿Estuvo siempre de acuerdo con todo lo que se hizo? ¿Propuso alternativas? ¿Y qué es lo que ahora critica y denuncia?
A un año de su célebre carta pública, y justamente el día en que arribó a los 75 años de edad, Giordani recibió a Contrapunto en el mismo exacto espacio de su casa en el que ha concedido otras entrevistas. “El rincón del Quijote”, lo llama. Y aunque, en efecto, está allí sobre la mesita una voluminosa y gastada edición de la obra de Cervantes, quizá sea más bien una alusión a sí mismo y al espacio en el que está hoy relegado. Un Quijote rodeado por los dos grandes retratos de Chávez impresos en lienzo y por la intención de contarlo algún día todo en sus memorias.

Ya en octubre de 2012 había que tomar medidas severas
—¿Ha pasado algo con esas denuncias tan fuertes que usted ha hecho, ha habido algún efecto?
—Ninguno. Como dicen en términos beisbolísticos : cero hits, cero error, cero carrera, amigo. Nada.
—Vayamos entonces al otro extremo. ¿Cuándo comenzó la situación que usted denuncia? Esos señalamientos, ¿llegó a plantearlos en su momento o, como le recriminan muchos, sólo los soltó al salir del Ejecutivo?
—Este proceso viene desde la enfermedad del Presidente, y yo lo voy a decir claramente: fue un proceso de cooptación política. ¿Tú te acuerdas que él hizo un viaje a Brasil y salió con unas muletas? Creo que de ahí fue para Ecuador, y terminó en Cuba. Eso fue a principios del 2011. El día 30 de junio él apareció frente a un atril, allá en Cuba, demacrado. Digno, pero demacrado. Dos operaciones llevaba. Y a principios del 2012 lo tienen que operar por tercera vez. Después vino todo el 2012, la campaña, toda la campaña. Y la situación: había que tomar medidas, había que jugarse a Rosalinda el 7 de octubre.
Yo recuerdo que el 8 de diciembre, después que anunció lo de Nicolás, él nos llamó, a un pequeño grupo allá en Miraflores, y se fue a levantar. Había una mesita ahí, y para pararse… le costó. Así sería el dolor que tenía. Basta imaginar una persona en esas condiciones. Yo se por qué te lo digo: fue un proceso de inmediación… dos años.
Afectado el líder, el caudillo, su forma de actuación –dura, porque él no era ninguna monedita de oro–, eso lo afectó todo. Y lo afectó, además, estando afuera, donde por más que sea tú te distancias. Y hubo mediaciones. Yo fui una sola vez a La Habana, por invitación suya: hay una foto por ahí.
El 7 de octubre había que tomar unas medidas severas. Después vino el 20 de octubre, que fue la única vez que nosotros nos vimos con él. El “golpe de timón”. Ahí él hace una referencia a mi persona.
—¿Y usted llegó a advertirle antes acerca de eso? ¿Tuvo oportunidad?
—No allí. Eso fue un Consejo de Ministros, muchas personas. Con él las conversas eran más personales, más individuales. Luego, el último contacto que tuve con él fue precisamente el 28 de diciembre de 2012, por teléfono. Yo la voz no la identificaba, pero él me hizo preguntas muy precisas: “¿Y no se han tomado medidas…? ¿Y la tasa de cambio y todas esas cosas?”.
Creo que él sufrió, a finales de ese año, un bajón en su salud. Claro, él ya tenía la cuestión de la tráquea, supongo. Pero las preguntas que hizo fueron acuciosas, sobre las cosas que teníamos que haber hecho. Con esto quiero decir 2011-2012. O sea que él estaba consciente de toda esa situación… Pero había mediaciones.
Antes, en mayo de ese año, hubo un Consejo de Ministros, y él fue un poco injusto, Chávez, con unas aseveraciones que hizo ahí. Esa noche no dormí y le escribí una carta. “El regalado se tiene que acabar, comandante. Recuérdese de la Agenda Alternativa Bolivariana…”. Y le dije: “Estoy escribiendo un libro que se llamaDe la planificación imposible a la improvisación permanente”. Después de unos días me llamó y me dijo: “Ese título es un poco injusto”. Le contesté: “Mire, la improvisación para un llanero es un elogio, pero para el que no es llanero, esto es un desorden”. “Coño, tú siempre con tus cosas”, replicó.
Y hubo la visita de los franceses, que se la reclamé fuertemente a Nicolás Maduro.
—¿Hubo algún momento preciso en que discutiera con Chávez esas medidas severas que había que tomar?
—Todo esto no fue cosa de un día, hay que entenderlo como un proceso, con acontecimientos, contradicciones, luchas. Y la presencia de este caballero, de Chávez: una presencia dura. Pero claro, uno no era “¡Sí, comandante, a la orden!”. No, un momentico, no. Allí había unos razonamientos, unos planteamientos: “Averigüe, Presidente, estudie”. El libro de Mészáros se lo di: 3.000 y tantas páginas. Se lo leía, y preguntaba: te preguntaba a ti, le preguntaba a ella, le preguntaba al otro.
Pero no es el 2011, no es el 2012: es el 2013, es el 2014. O sea, que esto ya no es una coyuntura. Como lo puse en un título: la revolución es una cosa histórica, es un parto. No es un acto divino, un decreto: “Voy, por decreto, a acabar con la inflación”. No, no. Si la sociedad fuera un ser humano, esta sociedad estaría en terapia intensiva. Pero las sociedades nunca se ponen en terapia intensiva. Los países no acaban, no terminan, no fallecen: es una historia, es la historia. Entonces, lo que le viene ocurriendo en Venezuela es parte de un proceso de involución política.
— ¿Y esa involución empezó cuando? ¿Es de ahora, es de cuando Chávez, venía de antes?
—Empezó hace tiempo. Ahí se juntan tres cosas. El primer elemento es el señalado en la tesis de Mészáros, que va más allá de Marx, más allá del Capital de Marx: en una crisis estructural –que nos afecta a los 7.300 millones de seres humanos, eso es para toditos, aquí no se salva ninguno: griegos, españoles, americanos, australianos, chinos– hay cuatro contradicciones básicas: el problema del Estado-nación versus la trasnacional, la igualdad sustantiva, el problema del ambiente y el desempleo estructural, todos ellos contradicciones que la lógica del capital o el capitalismo no resuelven. Bueno, primer elemento. Segundo elemento, el colapso rentístico venezolano. Y el tercer elemento –que comienza ya en los años 80, en la tesis de Asdrúbal Baptista y Bernardo Mommer– es la crisis de hegemonía.
La crisis de hegemonía la venimos sintiendo los venezolanos desde hace mucho… desde tiempos del señor Betancourt. Reverbera en Venezuela a partir del impacto del neoliberalismo, años 80 y 90, y explota en febrero del 89. Eso fue un reventón de la corteza terrestre. Crisis de hegemonía. Y con Chávez se aplaca por obra de un liderazgo –él mismo lo decía: “Miren, yo soy una garantía para que este pueblo no se desborde y no nos lleve a todos por delante”– y de una válvula de presión, que es la distribución que se da de la renta petrolera. Ese es el problema petrolero. Ese es el problema político que tiene este país. Y no es desde ahorita.

A Chávez lo quieren como ícono: bien lejos
—Y resurge ahora.
—Sí, esa crisis de hegemonía se va recomponiendo después, en este proceso de involución, y otra vez reaparece con fuerza porque no hay un liderazgo. ¿Quién lo puede sustituir? “Yo soy hijo de Chávez”, dicen. “A nombre de Chávez”. Bueno, lo van a poner como a Bolívar: un ícono. Sienten que hay que hablar a nombre de él, pero ponerlo bien lejos.
Se hace más fuerte, esa crisis, con el proceso de su enfermedad, cuando le vienen los ataques otra vez, y después explota por la ausencia de un liderazgo político colectivo. No lo hay. Bueno, el domingo 28 se hicieron las elecciones del PSUV, pero ahí hay, como dice Héctor Navarro, la necesidad de una rebelión desde abajo. Mientras eso no se dé, es el dedo: “¡aprobado!”. Eso tiene sus límites.
—Entre las muchas preguntas que se pueden derivar de ahí, valga esta, netamente del plano político: ¿se produjo en ese mismo momento una disputa por el poder?
—Es que la hay todavía.
—Pero digo: ¿empezó ya con Chávez enfermo?
—Claro, por supuesto. Mermada la capacidad del líder… Hay que ver lo que es esa enfermedad. Quien haya conocido seres humanos que la sufrieron, lo sabe: esa es una enfermedad que merma la capacidad. Por más “gigante” que fuese, pues. Era un ser humano.
—¿Entonces a Chávez, ya al final, lo que le tocó fue decidir en medio de una pelea, fue un “vámonos por aquí”?
— Yo tengo mis supuestos, mis hipótesis acerca de la selección, pero eso no es lo sustancial. Esas son consecuencias. El drama va por dentro.
—¿En qué sentido? ¿Por qué continúa la pelea por el poder? ¿Cómo se manifiesta hoy?
—Eso existe en este momento. Y lo ves en términos, por ejemplo, de la política de los Estados Unidos. ¿Es nueva esa política? Yo recuerdo una reunión que tuvimos en Houston, donde estaban Luis Miquilena, el papá de Bush, Cisneros. Que, bueno, trataban de cooptar a Chávez. “Bueno, a esta ovejita vamos a atraerla”. Pero resultó un tigre llanero, ¿no? No lo lograron, como lo logran normalmente: van abrazando, pues; van endulzando, con esos caramelitos del supuesto poder del gobierno. Embelesando, como al oso, sólo con la miel. Con Chávez no pudieron.
La deuda social
—Un elemento determinante en lo que usted ha señalado es el entroncamiento de la crisis de la hegemonía con la crisis del modelo rentista. ¿Podría decirse hoy que Chávez representó un exceso de cristianismo?
—Bueno, te lo voy a decir, porque estas fueron cosas muy claras. Yo tuve la oportunidad de ir a Yare, donde Chávez se encontraba preso, el 26 de marzo del 93, si no me equivoco en la fecha. Y allí empezó el vínculo con él. Hicimos, con él y con Héctor Navarro, la Agenda Alternativa Bolivariana. Dos elementos centrales: control de Pdvsa –porque esta es una economía muy sencilla: petrolera y no petrolera– y pago de la deuda social. El pago de la deuda social lo calculamos –yo estaba equivocado, teníamos unas estimaciones del Morgan Guaranty Trust– en unos 100.000 millones de dólares. Y él siempre con la cosa: “No, no es una deuda de estos 40 años; a lo mejor la deuda viene de allá de 1830”.
En esa carta que mencioné, de mayo de 2012, yo le digo: “Recuérdese de la Agenda Alternativa Bolivariana, hay algunas notas… y se han pagado casi 650.000 millones de dólares”. A lo mejor, en términos de eficiencia, esa cifra fue, bueno, regada. Porque si tú sacas la cuenta de la renta petrolera de todos esos años, equivale a un 1 con 12 ceritos, o sea un millón de millones. Bueno, dos tercios se han distribuido.
Y si este caballero, Chávez, tiene un sólo merito histórico, es haber distribuido la renta petrolera. Que es el principal problema político. Dos tercios para los trabajadores, para quiénes trabajan. ¿Cuánto es eso? El 90% de la población.
—¿Y el resto?
—El resto se nos ha ido porque se nos ha colado. Cuando yo regreso en 2009 –después que renuncié, porque una vez me sacó él del gobierno, otra vez renuncié porque no estuve de acuerdo con él–, asumo la crisis. El proceso venía desacelerado. Recuérdate que en junio de 2008 los precios petroleros estaban en 140 dólares y ya para diciembre estaban en 40. Aquí hay muchos genios de la economía que son, bueno, y que ministros, pues. Y uno de esos genios soltó: “En proceso de desaceleración, si tú frenas, el carro se para”. ¡Genio!
Los planteamientos que hice, al asumir esa crisis, están en en mi libro Encuentros y desencuentros.
(Plantea allí en resumen Giordani: Asumir la crisis financiera que se había desatado en EEUU y que llevó el precio del barril de 140 dólares a 40; plantearle al país, “de manera abierta y sincera”, el significado y las consecuencias de esa crisis; combatir la corrupción, la inseguridad, el burocratismo, la inflación; “pasar de un modelo rentista capitalista a otro modelo productivo socialista”. Nota de la redacción)
Esos son procesos que vienen y uno los va escribiendo. Algunas cosas las escribes, algunas cosas las olvidas, carajo. Pero pienso vivir 120 años, todavía me queda tiempo para las memorias.
—¿Qué medidas se tomaron en ese momento?
—Hicimos un apretón en el 2009. Duro. Sector financiero, que son tres cosas: el mercado de valor, el sistema de seguros y la banca. Ahí está. Hubo un señor que quería vender uno de los bancos por un bolívar. Allá me estaba persiguiendo: todos sabemos quién es. Yo a Chávez le dije: “Presidente…”. Y preso fue.
En todas esas cosas, no es militarismo, son militares incrustados, con una lógica, en los puestos donde toman decisiones. Vaya usted a saber… Yo no soy juez. Yo lo que digo es que le apliquen a uno el método de la renta presunta. ¿Y este libro del Quijote? Me lo regaló mi papá. ¿Y este otro libro? Me lo gané en una rifa. Éste me lo gané en el cinco y seis, en la lotería. Y tú demuestras de dónde salieron tus cosas, ¿verdad? Pero hay otros… El nuevo rico tiene que ser ostentoso, porque si no, ¿cómo lo reciben en el Country Club, en La Lagunita? O en Estados Unidos.
— Y tenemos mucho de eso, ¿no?
—Con la cadena, el oro, la marca. El viejo rico, ese ya sabe vivir desde hace muchas generaciones. Pero el nuevo tiene que mostrárselo a los demás, por que si no, ¿quién se da cuenta? El que no la debe, no la teme. Entonces, ha sido un proceso. Ahí está Héctor Navarro: en la Comisión de Contraloría tenían aprobada la ley anti-corrupción, en primera discusión, y le vino un señor: “No, no, eso del nepotismo me lo quitas de ahí”. No joda, chico.
—Pero, ¿entonces…?
—Esto es un proceso, son cosas que hay que entenderlas así. No son problemas personales, contigo, con ella, conmigo… no, no. Están más allá de lo personal. Puede haber simpatías, animadversiones, diferencias, porque afortunadamente no somos iguales. Bendita sea que 7.300 millones de seres humanos no somos iguales, ¿verdad? Viva la diversidad. Claro, hay personas que destacan en la historia: Plejanov, aquel viejo militante que escribió sobre el papel subjetivo de la personalidad en la historia; Marx, Cristo, Fidel Castro, este caballero (Chávez). Y hay otros que la historia no les va a poner ni una línea. Porque ahora es elTwitter. Lo efímero. Este libro (El Quijote) tiene 500 años. Y yo prefiero leer un capítulo de este libro que un millón de twitteros geniales. Lo efímero, ¿no? Lo intrascendente. El consumo, la marca.

El cristianismo de Chávez
—Justamente, por ese papel subjetivo de la personalidad en la historia: Chávez fue el sostén de todo este proceso. Y Chavez fue principalmente un estratega, un ser diestro en la táctica política, pero no un gran conocedor de la economía…
—No era necesario. No es necesario que esos grandes hombres sepan... Pero tienen que tener a alguien que sepa. Y si no sabe, tú lo cambias. Estudien, pregunten.
—Pero no puede negarse que Chávez tuvo una gran responsabilidad en esta crisis, en la insistencia en el modelo rentístico.
—Bueno, la tenemos todos. ¿Pero cómo se hacía, si no se pagaba la deuda? En esa carta de mayo, yo le decía: “Mire cuánto hemos hecho”. “Pero, Jorge, es que la deuda…”. ¿Quién va a pagar la deuda con Haití, chico? Históricamente. ¿A nosotros nos dieron facturas, Bolívar, Miranda con todas sus travesías, con sus libros, teníamos facturas? Es que es una deuda histórica, de los pueblos. ¿Y si vamos mas allá: los incas, los mayas, los aztecas? ¿Quién va a pagar esa deuda? Porque no nos conquistaron: nos dominaron.
—La esencia de un proceso revolucionario, o al menos en los de corte marxista, es esa de la justicia social, por supuesto, pero había formas y formas de pagar esa deuda, ¿no?
—¿Tú sabes la primera medida que yo le recomendé al Presidente? Dos de febrero de 1999, los precios petroleros como a siete dólares: “Presidente, todo céntimo por encima de esa cantidad, guárdelo”. Entonces me dijo: “¿Y que quieres tú, que me tumben?”. ¿Qué le dije?: “mitad y mitad”. Con eso tuvimos 6.300 millones de dólares en el FIEM. ¿Qué hubiera pasado en 2001 y 2002 si no se hubiese guardado eso? Pero era la angustia de este hombre, su angustia era “¿cómo ayudo yo a…?” Bien o mal. Esa era una angustia vital de este caballero. Ahí está su muestra, está su historia.
—Ciertamente, hubo muchos discursos en los que Chávez dejó ver esa visión suya. “¿Cómo vas a pasar frente a una persona que esta en miseria y te vas a ir sin ayudarlo?”, decía.
—O cómo vas a construir una autopista… “Coño, ministro, ¿ tú no ves esos ‘piazos’ de rancho que están ahí? ¿Ustedes construyen una carretera y no ven eso?”. Yo creo que esa era su angustia vital. Cuando empezamos con los damnificados, o con los muchachos de la calle… ¿Quién niega ese elemento? ¿No se inmoló por este pueblo?
—Todo eso está allí, sí, y por algo se ganó afectos extraordinarios en el pueblo. Pero al mismo tiempo, viéndolo ya seriamente, históricamente, ¿la crisis que tenemos hoy no es consecuencia también de eso?
—Yo creo que, afortunadamente, podemos soportar esta crisisgracias a esa distribución del ingreso. Si esas medidas no se hubieran tomado… Ahí lo maletean a uno. Porque es lo de siempre: lo que tiene el vaso y lo que le falta al vaso. Ahora, son 10 años, y el aparato burocrático del Estado está igualito: dos millones y medio de personas están allí. ¿Y Pdvsa? ¡Se volvió a convertir en un Estado dentro del Estado!

La tasa de cambio: transferencia y corrupción
—A esas cosas me refiero, y al escaso desarrollo industrial que tenemos…
—Casi cero.
—Cero.
—Claro, pero ahí tenemos un problema, el de la política cambiaria. Desde 1913 hasta 1983, siete décadas, tenemos estabilidad cambiaria: 5,30, 4,30, 3,35. Eso se rompió con lo que llaman el Viernes Negro. Ahora, fíjate en lo que está pasando ahorita…
—Ahorita tenemos un Viernes Negro a la ene, ¿no?
—¡Y si yo te contara, camarada! En estos últimos años, ¿qué se hizo últimamente, qué hizo otro genio de la economía? A mi me acusaron del 6,30, pero, ¿y el 28 de diciembre y el 20 de octubre, quién tomaba las decisiones? Era Chávez. Mermado, es verdad. ¡Ay, si le cuento detalles, amigo! Cuando tú tienes una cosa, un problema: tasas de cambio, armas, prostitución, cualquier cosa, en un marco legal, y tú haces un control, inmediatamente aparece lo no legal. Cualquier fenómeno. ¿Cómo sabes tú eso? ¿En otros países saben cuánto es la contabilidad social de la droga? No lo dicen, pero lo disfrutan.
Entonces, ¿cómo controlas este fenómeno? Tú no lo puedes controlar todo. Un aviador tiene 25 tipos de controles, pero ve dos o tres cosas nada más. O en el carro, ¿qué ve uno?, la gasolina, el freno, el aceite.
Y después se le ocurre, a este genio de la economía, abrir esto –“compra barato, vende caro”– y legalizan este dólar. Están abriéndole las puertas al narcotráfico, y al que tiene dólares. Compra barato, y estimula la corrupción. Y el funcionario dice: “Lo legal son 200, camarita”. Entonces, es un problema de precios relativos. Tú tienes un precio aquí, en una mercancía, y el precio de la misma mercancía en otro país… Cuando tú tienes esos diferenciales, hay una transferencia: compra barato y vende caro.
—¿Cómo se enfrenta el problema, una vez que se ha profundizado tanto?
—Son los procesos migratorios, y eso había que hacerlo poco a poco. ¿Y qué fue lo que hicieron? Bueno, el genio: “Yo no tengo esa responsabilidad, camarada”. Abrieron ahí en la tierra una brecha. ¿Cómo la van a cerrar ahora? No digo lo ilegal, lo ilegal siempre va a existir, siempre y cuando la persona corra el riesgo: te comes la luz, estás sujeto a una sanción. Pero lo legal es cumplir unas normas, unas reglas del juego. ¡Pero es que además lo abren, además lo abren! ¿A quién favorece el crimen? Al que tiene. Al narcotráfico.... Porque legal es que si tú tienes un dólar, eso son 200 (bolívares). ¿Por qué se lo vas a dar a 6, por que se lo vas a dar a 11?
La tasa de cambio es una relación técnica: arriba, bolívares, en el numerador; abajo, dólares. Tú puedes poner arriba M1, M2, M-Maradona, la cantidad que tú quieras; y abajo dólares. Que son activos. Una relación técnica. Pero en el caso venezolano, el que produce los dólares es Pdvsa. Es un problema político. Entonces, como Pdvsa no tenía bolívares: pagaré… Y la maquinita…
En la tasa de cambio, el problema de los precios relativos es fundamental. Tú no puedes dejar que se disparen así. Pero resulta que esto lo hiciste como una medida, abriste una brecha, como si se hubiera abierto la tierra. ¿Cómo la cierras ahora?...

Tengo mi conciencia bien tranquila
—Usted durante mucho tiempo planificó las políticas cambiarias…
—Oye, es una responsabilidad con este caballero (con Chávez). Pero hay otras que no puedo asumir. Porque ahora yo soy el chivo expiatorio para el fascismo, y traidor para el Psuv. No, no… Me acuesto tranquilo y me levanto tranquilo, con mi conciencia. Con las responsabilidades que asumí, con Chávez.
Pero es que después se acentuó la crisis de hegemonía, y la falta de dirección, de tomar medidas. “Digo que voy a decir que anuncio, …”. Señor, sobre las tasas de cambio –siempre lo decía en el Consejo de Ministros– no opina ni la reina de Inglaterra. La medidas hay que tomarlas. Se toman cuando se toman. Esa es la decisión autónoma de un país. Porque lo que producimos es petróleo, y ahora ya no producimos ni petróleo. Y los precios están en 50 o 50 y pico.
—Precisamente: sabiendo lo que sabemos todos, que lo que sostiene al país es el petróleo, ¿no era previsible que en algún momento los precios iban a bajar y que eso iba a hacer imposible seguir con el mismo gasto?
—Claro que sí. La primera medida que sugerí, ya lo dije: “Guarde todo lo que esté por encima. Todos los céntimos”. Y esa fue siempre mi posición. Pero está también la tensión del “¿quieres que me tumben?”, la tensión entre las necesidades, la economía, la política…
—Se fueron haciendo cada vez mayores, las necesidades. Se alimentó esas necesidades.
—Además, tenemos una sociedad de la marca, del consumo. Pero si esas son las transnacionales, vale. Mira al Walmart ese, que está en Estados Unidos y lo que vende son productos chinos. Le meten esa cuña a los americanos. “Es que el mundo está integrado”, dicen…
—En las teorías marxistas nunca se pretendió que la revolución fuese regalarle las cosas a las personas.
—No, nunca.
—Por el contrario, convocarlos al trabajo, ¿no?
—¿Qué es el socialismo? Es el metabolismo social del trabajo, no del capital. ¿Eso no lo estudió Marx? Hasta la saciedad. ¿Cuál es la primera cosa que dice Marx en El capital? “La mercancía”. Ahorita no hay necesidad de ir a una iglesia. Los centros eclesiásticos son los centros comerciales. Pero, ese modelo que tú dices, ¿eso se decreta, camarada? Hay que tragar duro, hay que tragar cemento, porque esto es una lucha política. Ahora, hasta los pequeñitos, “Arepera socialista”… ¡Válgame dios, chico!

No hay desarrollo si a la gente la dejas morir de hambre
—Desde esa perspectiva, en examen desapasionado, histórico, será difícil dejar de reconocer que Chávez, sí, tuvo inmensos aciertos en la distribución del ingreso. Pero también tuvo errores muy grandes.
—El distribuidor de la renta, amigo. Porque esa es una polémica que, incluso, se dio en la Unión Soviética, ya entre Bujarin y Preobayensky. Claro, después murió Lenin y ahí cambió la cosa. Stalin empezó por sus enemigos y terminó con sus amigos. Creo que el mismo año los liquidó a a toditos.
Ahora, ve tú: Bujarin, aumentar el consumo; Preobayensky, la acumulación primitiva. Lo que pasa es que a la Unión Soviética la cercaron. ¿De dónde traías tú el excedente? ¿De afuera? No.
Esa es la tesis de Asdrúbal Baptista con la renta petrolera: era internamente. ¿De dónde sacaban los rusos el excedente? De la agricultura, forzada para la industria, y fueron 20 años. Ellos en 20 años tuvieron que construir una industria, y después moverla más allá de los Urales porque el señor Hitler ya estaba ahí, y después, aguantarla. Pero eso fue el sacrificio de una generación: 20 años.
Entonces: consumo e inversión. ¿Qué haces, dejas que la gente se muera de hambre, para crecer? Mira los gobernantes españoles: “Estamos creciendo uno, dos, tres por ciento”, y hay un desempleo mayor que el de la crisis de los años 20. Y entre la juventud, uno de cada dos, uno de cada tres, es un joven desempleado, en toda Europa. Ahí tienes tú esa tensión. ¿Les das de comer? Ah, pero primero la salud, porque si no tienes la salud, le metes una comida a un señor hambriento y lo matas…
Es un equilibrio que hay que ir haciendo, entre mejorar las condiciones de vida –esa es una opción: pagar la deuda– y lo otro, lo que planteaste. Ahora, si tú no tienes el control de cuatro o cinco cosas… si no controlas Pdvsa, si no controlas las empresas de Guayana… ¿Y cuál es la clase obrera? Empresas quebradas, contrataciones colectivas… ¿Y dónde está el excedente? Ahí está la tesis del amigo Asdrúbal Baptista: ¿quién produce el excedente en Venezuela? Nadie, tú lo captas del exterior, con el petróleo. Lo que pasa es que es una oferta que no tiene demanda interna. Ese proceso es histórico en el caso venezolano y las discusiones se dan desde Alberto Adriani. El sector privado venezolano lo que exporta son, máximo, 3.000 millones de dólares. ¿Cuánto pide?, 30, 35, 40.000 millones de dólares. Porque es una tasa de cambio que favorece las importaciones, pero no las exportaciones.
—Siempre ha sido así, ¿no?
—Ese es el problema. Es histórico, no de ahorita. Es venezolano en el ADN, el ADN venezolano, que es la renta. Algo que tú no produces sino que captas del exterior, pero lo distribuyes. Y ese es un tema: cuándo se acabe el petróleo, ¿qué vamos a comer?

A muchos les falta un poquito de ignorancia
—¿Chávez hubiese persistido en estas políticas de controles sobre controles sobre controles? ¿Qué medidas había que tomar?
—Bueno, ahí esta la Agenda Alternativa Bolivariana, amigo. Que es como aquel tanque que salió en las fotos frente a Miraflores, en 1992: en un tanque caben cinco, seis personas, pero allí había como 500: ahora todos estaban metidos ahí. Porque los que no estaban y escriben la historia dicen: “Yo estaba ahí”, en la Agenda Alternativa Bolivariana.
Que la hicimos en julio del 96 y fue el primer documento sobre el modelo productivo venezolano. Ahí esta. Y después, ahora, está la Agenda Alternativa Socialista Bolivariana, que la empezamos a construir en términos de la situación que estábamos viviendo en 2011 y 2012. Ahí están los modelos, el Plan de la Nación. Porque ahora dicen que el Plan de la Nación lo hizo Chávez. Chávez lo que hizo fueron las grandes perspectivas, los objetivos históricos.
¿Tú te acuerdas que el Che quería ir al Gosplán (el Comité Estataal de Planificación) en la Unión Soviética? Y Jruschov le dijo: “¿Pero que vas a ver, Che? ¿A esa manada de burócratas?”. Aquí ni siquiera son burócratas, porque ni siquiera sacan cuentas. Lo que están es en la miel del poder. No estudian, chico.
—Hay quien dice que todo este sistema de controles y controles es producto de la ignorancia o de la incapacidad, y hay quien sostiene que es un sistema muy bien pensado, pero para favorecer la corrupción.
—¿Cuál es el poder de la burocracia? El procedimiento, los papelitos. Tú sabes: No me des, ponme donde haya. Ese es el procedimiento. Ahora, el tecnócrata tiene conocimientos. ¿Cómo vas a poner tú a una persona a perforar un pozo o a hacer estudios geofísicos si no tiene estudios fundamentales? ¿Por pura voluntad política? No, vale, eso es peligroso. Tú tienes que saber de geofísica, de perforación, de química. Eso es la técnica, eso es la tecnología. Ustedes, un medio digital como ustedes, ¿cómo hacen para competir? La ley férrea del capitalismo: la competencia. Porque esa aparece. Si no estan a la altura: obsolescencia prematura, señores.
En ese sentido, yo creo que a muchos les falta un poquito de ignorancia, hermano, esa de cuando uno estudiaba y preguntaba. ¿Pero para que van a estudiar, si están embelesados, como el oso, en las mieles… ni siquiera del poder? ¿Creen que son eternos? Nosotros no nacimos para ser ministros, pero sí estudiamos todos los días. Porque al final uno se cultivó en esa escuela, la de la critica. Pero la critica constructiva. Reconocer el problema: ¿cuáles son las opciones? ¿Cuáles son los escenarios? ¿Cuáles son las hipótesis?
Acá: “Como vaya viniendo, vamos viendo”. Eudomar Santos, el planificador. ¡Hazme el favor! Para una comedia está bien, pero esto es casi una tragicomedia. Esto es un poco más serio, porque aquí se le va la vida a 30 millones de seres humanos. Y las referencias de este proceso en el mundo…
—Una de las cosas serias que han pasado en este proceso es la enajenación de la inteligencia: de sectores capaces que no es que se han enfrentado al chavismo, sino que los han enfrentado, los han corrido.
—Los marginas. Los expulsas. Y el lugar lo ocupa la alienación: “Dame lo mío”, “Con lo mío no te metas”, “Bota esa broma…”, “Canibaliza”, “¿Para qué?”, “Está barato, dame dos”. Esas son expresiones de una cultura que la tenemos aquí, en el ADN, aquí, aquí, aquí, en el cerebro. Esa es una lucha que tiene que ser a través de la conciencia. O el burócrata: cuatro carros, deten el tráfico, adelanta, atropella. ¿Qué es eso, chico? ¡Un abuso de poder! Y se les olvida la historia. Si hay un pecado que cometen los jóvenes es creer que la historia empieza cuando uno nace. ¿Y lo que viene atrás?
—Se repite el eterno error de las revoluciones: cerrar los espacios de la crítica.
—Bueno, traidor me dicen ahora. ¿Tú sabes lo que me pasó? En lo personal, es un testimonio. Yo podría tener cuatro nacionalidades: Mi padre, italiano, luchó en la guerra civil española con la brigada Garibaldi; mi madre era española, yo nací en Santo Domingo y soy venezolano. Cuando salí de República Dominicana, en ese momento se habían roto las relaciones de Trujillo con Betancourt. No había embajada de Venezuela y yo salí con un pasaporte de emergencia que decía“apátrida”. Me dijeron apátrida a los 19 años, ¿qué me van a decir ahora a los 75?
¿Sabrán, estarán consientes quienes dijeron eso, o uno que dijo “a los traidores hay que fusilarlos como a Piar”, sabrán y estarán conscientes de lo que están diciendo? ¿O será que sufren de incontinencia verbal? O que no pueden ver un micrófono porque inmediatamente parece que les da un orgasmo comunicacional. Uno tiene que saber lo que dice y ser responsable de sus palabras. Pero como la palabra cada día vale menos…
Entonces, claro, esto es en lo político, esto es en lo cultural, esto es en lo personal, pero, al final, lo que demuestra es una conducta: expresiones de algo mucho más profundo, en lo psicológico y lo social.
Claro, tú estas hablando del modelo productivo. La política puede cambiar de un día a otro, el modelo no cambia de un día para otro. Eso es trabajo, trabajo, generaciones, construir. Destruir es fácil: con una bomba atómica, desaparecemos a los 7.300 millones. ¿Cómo construyes tú la humanidad? Esos son siglos. Siglos.
—Pero, digamos, ¿en estos 15 años hubo algun esfuerzo serio que apuntara a la industrialización del país?
—Sobre todo rescatando la agricultura, donde tenemos serios, serios problemas. Porque primero es la comida, vale. ¿Qué, vamos a comer petróleo? A menos que podamos transformar los hidrocarburos en proteínas. Entonces, es un proceso, eso es conocimiento. Aquí no ha habido una burguesía industrial. ¿De donde salió el señor Mendoza? Él vendía carros y vendía cemento. ¿Y el señor Cisneros? Vendía Studebaker, un carro… Importación. Porque es mucho más fácil ser comerciante que invertir en una industria. Tú te haces un negocio y listo: “Compra barato y vende caro”.
—Ese es el mismo señalamiento que estamos haciendo desde hace 80 o 100 años, ¿no?
—Y lo seguimos sufriendo. Lo seguimos sufriendo. Aquí en los años 80 y 90 vino la oleada neoliberal. Aquí había privatizadores de oficio. Ese era un oficio. El Fondo de Inversiones de Venezuela, cuando lo rescatamos era un órgano privatizador: había que venderlo todo, pero vender lo público para que se lo ganara lo privado. Claro, lo público tiene que funcionar, porque sino, ¿es qué? Un sistema burocrático, tecnocrático. Pdvsa era un poder dentro del poder, dentro del Estado y, mira lo que costó. Un golpe de Estado, y un sabotaje.
Y eso se empieza a reconstituir. Si tú no tienes un poder central, eso se reproduce, como la hierba mala.
Por eso: el gran logro de este caballero (Chávez) fue distribuir la renta. Mejorar las condiciones de vida. ¿Quién lo duda? Con todas la deficiencias.

El injerto del socialismo
—Quizá ese esfuerzo cumplió un papel hasta determinado momento, y a partir de allí era necesario avanzar a otra dirección.
—Radicalizar los procesos. Ahorita, si tú no nacionalizas el sistema financiero, el comercio exterior, este país no tiene futuro. Porque ese es el desaguadero. Lo teníamos en el 2009, 2008. Tomamos ahí algunas medidas, con la Asamblea.
—En ese marco complejo, ¿hasta qué punto es realmente posible tener, digamos, pequeños márgenes, pequeños puntos de socialismo dentro una sociedad capitalista?
—Lo dice el amigo Mészáros: “La teoría del injerto”. Allí habla de esas ciudades europeas donde, por la preservación histórica, tú no puedes cambiar las fachadas, pero dentro de tu casa vives en unas condiciones tecnológicas que son otras. Entonces, vas respetando lo que es patrimonio y vas cambiando, vas haciendo una estructura de injerto, poco a poco. Bueno, la comuna, el Estado comunal. Eso viene desde 1871, Francia. Eso tienes que protegerlo, tienes que estimularlo, tienes que tener ahí un sistema político donde el Estado, capital/trabajo, como mediador inmediato, vaya construyendo una nueva sociedad. Eso es el jardín. Tú vas sembrando, vas produciendo. No es que ocupas una empresa y la quiebras.
—Eso es lo que ha pasado. Lo que ha pasado es que todos esos intentos han potenciado el nido de corrupción…
—El rey Midas de la corrupción: esa empresa es mía. ¿Cómo que tuya, chico? ¿Qué pasó en la Unión Soviética? ¡Plofff!… Los tipos se apoderaron. Y lo que se hizo no fue el socialismo, fue el poscapitalismo, donde la extracción del plustrabajo era por vía política. Y el Estado, ¿no debía desaparecer, según Marx? Se consolidó y con Stalin… carajo. Hay que sacar cuenta de la experiencia de los demás, aprender de los demás.
El asunto es cómo tú vas insertando, injertando ese proceso, pequeñas y medianas empresas. La respuesta a lo esencial de lo que dices es el injerto. Es el Estado comunal, es la producción, es la distribución del excedente. Pero acá, cuando dicen “la casa”, entonces dan una casa, eran 10 familias y se la coge el burócrata.
—¿No sería eso hacerlo todo pivotar sobre el problema de la ética?
—Por supuesto, por supuesto.
—¿Y no es exceso de romanticismo, a estas alturas de la historia, pensar que con la ética se van a resolver esos problemas?
—Bueno, no solamente con la ética. El poder, lo que decían en aquellos tiempos: la dictadura del proletariado, porque si no es la dictadura del capital. Mira Odebrecht ahorita. Ahí tenían unos negocios y negocitos con Odebrecht. ¿Cuánto comenzó costando el segundo puente sobre el Orinoco, y en cuánto terminó? ¡Llave en mano, Odebrecht! Por allá andaban los Fernando de Acevedo y todos los que siguen haciendo negocitos. ¿Y ahora que van a decir?
—A eso me refiero. Es como confiar en que si se pone a una persona honesta al frente de algo, todo va a funcionar bien, pero si no está la persona honesta…
—Primero, honesto. Compromiso con este país. Pero que tengan también un nivel de conocimiento. Tú no me puedes poner a mí al frente de la emergencia de un hospital. No puedes… Por más rojo rojito y éticamente probado. Allí hay que actuar en función de la vida del otro, tienes que tener un conocimiento. ¿O entonces la técnica, la ciencia y la tecnología, eso es pura paja, y la historia del conocimiento es pura paja? La revolución industrial, ¿eso es pura paja? Tienes que alimentar el conocimiento. Hasta el conocimiento popular, de las cosas mas sencillas.
—No hay manera de no estar de acuerdo con eso. Pero también puede haber muchísimo conocimiento sin probidad.
—Como dice aquella frase: “la inteligencia sin probidad es un azote”. Por supuesto: el tecnócrata.
—Si se monta un sistema en el cual, ineludiblemente, hay que estar montando controles, y el control del control del control …
—Microsoft. Microsoft…
—…termina siendo lo que usted decía un poco antes. Una burocracia que se va a solapando y que está feliz porque cada uno de esos pasos es una posibilidad más de sacarle una tajada…
—Claro, pero entonces ¿cómo te empoderas tú de ese conocimiento para que no estés alienado de él? El trabajador, ¿cómo se libera? El trabajador liberado, creativo, feliz. No el tipo que está “Sí, mi comandante” ocho horas, diez horas. No, no. Como dice Marx: ocho horas para trabajar, ocho horas para descansar y ocho horas para disfrutar, en el sentido de un equilibrio.
Por eso yo no quiero al capitalismo. Y ahora, en estas últimas décadas, la destrucción de la naturaleza. Y ahí se acabó la tierra. ¿Y los drones? Ya no necesitan meter militares. Es una sociedad mercantil y la guerra se mercantilizó. Unos tipos ahí, por comunicaciones, están haciendo una guerra.
El poder no solamente del aparato industrial militar, sino comunicacional. Mira el ejemplo de “Burlasconi”, 20 años y es un ícono para los italianos. Pedazo de sinvergüenza. ¿Cuánto se habrá robado? ¿Cómo habrá acumulado en una vida tantos recursos?
Eso está ocurriendo con las grandes compañías. Esas sí controlan, esas sí planifican, sí llevan su contabilidad, porque al final es extracción de plustrabajo. En términos de la teoría del valor, eso es lo que genera. No son los bienes físicos, es un efecto de concentración que lo tenemos a nivel mundial. Es la crisis estructural del capital, por eso hay que ir a una transformación. A una teoría de la transformación: de ese metabolismo de la lógica del capital al metabolismo de la lógica del trabajo.
Ahora, el socialismo. ¿Cómo se come eso? ¿Con Podemos? ¿Con Grecia? ¿Con Chantal Mouffe, con Laclau? Por favor. Esas son las nuevas socialdemocracias. ¿Para limpiarle la carita a Le Pen , o a Blair? “La tercera vía”. Ahí están los estudios de Rosa de Luxemburgo, que dicen: “Miren, véanle el otro lado a la moneda. No es solamente la Europa que usted está viendo” O lo que pasó en la Unión Soviética. O lo que está pasando en China, en estos momentos. Esas son realidades actuales, que no podemos obviar
¿Y los Estados Unidos qué? ¿Son la ovejita de la Cenicienta? Shannon. ¿Qué esta pasando con las negociaciones, estamos llegando políticamente a un “centro” para sobrevivir? Esa no es mi posición.

Con Chávez nunca hubo una inflación así
—¿Cuál es su posición?
—Había que radicalizar las posiciones, si queremos sobrevivir en este país.
—¿Políticamente también?
—Políticamente, claro. ¿Y cómo construir ese modelo que tú dices, que no es por decreto? ¿Cómo se hace? Tienes que darle el crédito a las unidades, no para que se los repartan y se los cojan, no. Si no, son como nuevos adecos.
—Exacto. Usted habló de la lógica del capitalismo. Las revoluciones suelen acabar con esa lógica por la vía de la brava. Y si no, lo que les queda es asumir que la sociedad está inmersa en ella y a ver qué se hace entretanto.
—Es la cosa clientelar: “dame un carrito”, “dame una computadora”, “dame una cosa”, “dame la otra”. Claro, vienen todas esas deformaciones. ¿Pero qué haces con el tipo hambriento? ¿Lo dejas que se muera? Bueno, la angustia existencial de Chávez, y se murió fue él. Ese es un tema, lo social, que tenemos que preservar. Y a su vez, ir construyendo el otro modelo. ¿Cómo? Ajá, eso sí es complejo. Porque no somos solos. Este es un país abierto, esta es una economía dependiente. Tú no puedes solo. No puedes. Tienes que hacer acuerdos: con este, con el otro. Pero no con socio-listos, ni para hacer negocios. Es para construir una cosa que todos queremos construir. ¿Errores? Por supuesto que los ha habido. Claro.
—¿Y usted? Porque a usted lo están criticando por todos lados.
—Chivo expiatorio para los fascistas y traidor para el gobierno.
—¿Usted, dentro de eso, siente hoy que hay algún punto que hubiera hecho distinto? ¿Usted cometió errores?
—Errores los cometemos todos. Yo asumo responsabilidades y las asumí con él. Algunas decisiones, nosotros le decíamos: “Este es mi planteamiento, usted toma la decisión”. Eso vendrá para las memorias.
—Eso lo está aguantando.
—Bueno, 120 años: me queda todavía. Pero yo no puedo asumir responsabilidades que no tengo. Eso está en la conciencia de cada quien. A mí que me digan qué me robé.
—A usted se le hacen señalamientos feroces, pero no creo que haya quien dude de su honestidad personal.
—Bueno, por ahí me acusan de ladrón. Cada quien tiene derecho: como son 140 caracteres… Pero eso no dura nada, eso no va a durar. Léanse el Quijote. Es preferible leerse un capitulo del Quijote de vez en cuando a leer un millón de Twitter. Hay gente, aquí, altos dirigentes, que se la pasan “¿Cómo va el Twitter?” Y resulta que el Twitter lo generan unas maquinitas. Y le ponen hasta figuras femeninas: ay, qué bonito.
Se lo creen. Están ensimismados. Es que creen que son eternos. Lamentablemente, no es así, porque la crisis… ¿Cuándo habíamos tenido una inflación como la que tenemos ahorita? En el gobierno de Chávez, ¿cuándo? La deuda venezolana, del gobierno central, no llega ni al 10% del producto interno bruto. ¿Cómo lo aguantamos? ¿Y cuáles eran las presiones? Emitir bonos en dólares pagaderos en bolívares. ¡Qué papayita, hermano! ¡Ay, amigo, no me haga echar cuentos!
—¿Y en estas circunstancias usted plantea nacionalizar el sector financiero y el comercio exterior?
—Es que si no, ¿cómo va a funcionar este país? Lo que tú generas hacia fuera son divisas. ¿Y quién las genera? Pdvsa. Eso tienes que priorizarlo, ¿verdad? Doy tanto para la salud, tanto para…
—Pero algunos campos específicos del sector comercio exterior están hoy en manos del Estado, como si estuviera nacionalizado. Y parece que el remedio resultó peor que la enfermedad…
—¿Viste como abrieron la tierra? ¿Cómo la van a cerrar? Tú tenías que tener una tasa única y acompañar un fenómeno de precios relativos internos y externos. Porque esas son realidades.
—¿Y cómo se mantiene una tasa única fuera de lo que llaman la ley de la oferta y la demanda?
—Bueno, pero es que eso hasta Marx lo reconocía. Marx reconocía, alrededor del valor, una variación del precio. Pero tú tienes que tener referencias. Esos son precios relativos. Lo que tú tienes que hacer es el señoreaje, que es la capacidad de emisión de moneda. Pero la tienes que utilizar en función, primero, independiente, y tienes que saberla administrar. ¿Aquí como es? “¡Aprobado!”. No tienes bolívares, no tienes dólares, ¿y qué estós produciendo? Y ahora, como ya vendimos el sofá, no se informa… Eso es un error. Con este nunca ocurrió, con este caballero. “Presidente, la inflación está en tanto”. “Publíquelo, publíquelo”, respondía. Ahora todo es autismo.
Aunque “autista” en italiano es conductor de autobús. Pero eso no tiene nada que ver…