jueves, 5 de junio de 2014

Una nueva crisis se cierne sobre los países del Sur


Por Martin Khor
CIGES

 Una nueva crisis amenaza  a varios países en desarrollo que  enfrentan a fuertes devaluaciones de sus monedas y fugas de capitales. Ella   es motorizada por los ciclos de auge y caída de capitales, y originada en el comportamiento de  los inversores de los países desarrollados en búsqueda de ganancias.
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Varios países en desarrollo están siendo llevados a nuevas crisis económicas, en tanto sus mercados de divisas y bursátiles están sufriendo fuertes caídas, sin poderse aún pronosticar su perspectiva. La "venta masiva" en las economías emergentes se ha extendido también  a los mercados bursátiles americanos y europeos, lo que provoca  agitación global.

 Algunos de los países que han sido afectados en las últimas semanas son: Argentina, Turquía, Rusia, Brasil y Chile. En un principio, el aumento de tasas de interés en Turquía y Sudáfrica no fue suficiente  como para detener la depreciación de sus monedas.

 Un analista de mercados de EE.UU.  ha  definido lo que ocurre  como “una gripe de los mercados emergentes” . Los análisis  de los medios de comunicación globales tienden a focalizar el problema en la debilidad individual de los países  en desarrollo. Sin embargo,  la tendencia simultánea a la venta de activos en la periferia  lleva a pensar que se trata  sobre todo  de  una respuesta generalizada al “estrechamiento” de la compra de bonos por parte de la Reserva de EE.UU. (Fed), evidenciada en  la reversión  de la política de dinero fácil  (“quantitative easing”) que vino llevando adelante  con la inyección de  muchos cientos de miles de millones de dólares en el sistema bancario.

 El 29 de febrero pasado la Reserva de EE.UU. redujo sus compras mensuales de activos en otros U$S 10.000 millones   para llevarlas a USS 65.000 millones, ello  luego de ya haberlas acotado  también en  U$S 10.000 millones  en diciembre. Esta decisión dio nuevo empuje al debilitamiento de las monedas de los países emergentes.

 Una buena parte del dinero bombeado por la Reserva de EE.UU. había sido utilizado anteriormente por inversores de  EE.UU.  en su búsqueda de mayores rendimientos   en economías emergentes. Ahora, con el  ajuste  de la política monetaria   y la expectativa de mayores tasas en EE.UU,  los inversores salen  de posiciones en bonos y  acciones de países  emergentes y  ponen presión en las monedas.  Los flujos de capital han cambiado de sentido.

 No se puede explicar entonces la actual presión vendedora en los mercados  emergentes   como situaciones “ad-hoc” de cada país en particular.  Forma  parte predecible, e incluso inevitable, de un ciclo de auge y caída en los flujos de capitales hacia y desde los países en desarrollo que se origina en las políticas monetarias de los países desarrollados  y el comportamiento de sus fondos de inversión.

 Este ciclo recurrente, que ha sido históricamente tan desestabilizador para las economías en desarrollo,  se ha visto facilitado por el proceso  de  desregulación de mercados financieros  que  con anterioridad habían sido cuidadosamente regulados y la liberalización de flujos financieros. Esta última   llevó  a masivos y crecientes flujos especulativos internacionales  por parte de fondos de inversión.  Las economías emergentes con  mayor crecimiento económico y  tasas de interés  atrajeron a los inversores. El Jefe de Economistas del Centro del Sur,  Yilmaz Akyuz, ha analizado los ciclos de auge y caída en su  reciente  estudio  “¿Ondulándose o Hundiéndose?”(original en ingles “Waving of Drowning- Developing Countries after the Financial Crisis” –   en http://www.southcentre.int/research-paper-48-june-2013/).

 El boom de flujos de capitales privados hacia mercados emergentes,  que había  comenzado a principios de los años 2000,  finalizó en Septiembre de 2008  con el vuelco  de  las inversiones, luego del colapso de Lehman Brothers,  hacia alternativas de  mayor seguridad y menor riesgo. Aun así, los flujos hacia los emergentes  se recuperaron rápidamente. En  el periodo 2010-12, estos  superaron los récords que habían alcanzado antes de la crisis.  La recuperación fue en gran medida debida a las políticas de dinero barato y tasas de interés de casi 0% en los EE.UU. y Europa.

 En los EE.UU. su   Reserva Federal  inyectó  U$S85.000 millones mensuales hacia el sistema bancario comprando bonos. Se esperaba que los bancos prestaran  así a las empresas para impulsar  la recuperación, pero en realidad  los inversores colocaron muchos de sus fondos en los mercados bursátiles y  en bonos y acciones de los países en desarrollo. 

 El  ingreso  de capitales llevó a una fuerte revaluación de las monedas, acciones y  bonos de los  países del Sur. Algunos de éstos dieron la bienvenida a este  nuevo arribo  de capitales y al  auge  de los precios  de los activos. Pero otros  comenzaron a estar preocupados por la revaluación de sus monedas  (por lo pronto, al resultar  sus exportaciones menos competitivas) y el temor que las ultra-expansivas  políticas monetarias formaran  parte de una “guerra de monedas” para hacer a las  economías de los países más desarrollados  más competitivas. 

 En el 2013 se debilitó el  ingreso de capitales a los países en desarrollo debido a la crisis europea y la perspectiva que la Reserva de EE.UU. diera comienzo al   “tapering” (estrechamiento), es decir la reducción de  sus compras mensuales de bonos. Este cambio se produjo en mal momento  - justo cuando muchas economías emergentes comenzaron a aumentar el déficit en su balanza corriente-. La  necesidad de capital del exterior de esta últimas creció  justo en el momento en que sus ingresos se volvieron débiles e inestables.

 En mayo-junio 2013 hubo un anticipo de la actual corrida cuando la Reserva de EE.UU. anunció que podría  pronto comenzar la reversión de su  política monetaria expansiva. En lo inmediato, las autoridades monetarias norteamericanas  pospusieron la medida y brindaron  un respiro temporario. 

 De todas formas, en diciembre se  anunció el comienzo del  “tapering”, al informar la Reserva de EE.UU.   La reducción de la  compra de bonos de U$S 85 a  a U$S 75 miles de millones mensuales, dejando abierta  la perspectiva de más medidas.  No hubo entonces súbitas ventas masivas en los países emergentes, en tanto los mercados ya habían anticipado la medida y  la Fed  informaba  que las tasas de interés se mantendrían en los actuales bajos niveles hasta fines de 2015-

 El  ambiente de inversión se ha vuelto  contra las economías emergentes. Muchas de éstas han sido ahora calificadas como “frágiles”, en particular aquéllas con déficit de cuenta corriente y dependientes de los  flujos de capital. Paradójicamente, muchas de los  países ahora designados como  “frágiles” son en realidad parte de los BRICS  y   habían sido referidos  sólo pocos años antes como las más poderosas economías emergentes   impulsoras del crecimiento global.

 En un  ambiente de crecientes preocupaciones, sólo se necesitaba un “disparador”  para provocar la liquidación simultánea  de divisas y  de  los mercados de los países en desarrollo. Surgieron varios factores simultáneos para para conformar tal  disparador.  Estos fueron un reporte breve  indicando la contracción de la actividad industrial en China;  la súbita caída del peso argentino y las expectativas de mayores reducciones de compras de bonos por parte de la Reserva de EE.UU.

 A lo largo de dos días (23 y 24 de enero)  las monedas y los mercados bursátiles de varios países en desarrollo se conmovieron, expandiendo temores  hacia las bolsas de EE.UU. y Europa. La alternación continuó la semana posterior, pareciendo confirmar el desencanto de los inversores con las economías emergentes y la reversión de los flujos de capitales.

  La depreciación de las monedas y las salidas de capitales podrían imponer presiones en las reservas  y debilitar las  balanzas de pago de los países afectados. Las devaluaciones podrían tener un efecto positivo en la competitividad de las exportaciones, pero impactos negativos en la aceleración de la inflación (en tanto los precios de importación aumentan) y en los servicios de deuda (en tanto más moneda local se necesita para afrontar la misma magnitud de deuda nominada en moneda extranjera).


 Nota: Traducción autorizada, bajo responsabilidad del CIGES  (Centro de Investigación y Gestión de la Economía Solidaria) 

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