Víctor Álvarez
Los sucesos geopolíticos que antes
resultaban más que suficientes para disparar los precios del petróleo, ahora no
han tenido efecto. Ni la crisis de Ucrania ni el grito de guerra al Estado
Islámico han podido recuperar los precios del crudo, y esta probabilidad se
aleja ante la desaceleración económica mundial, incluyendo China. En tales circunstancias,
luce poco probable evitar la devaluación y su costo político en un año
electoral a través de un aumento de la exportación de petróleo y una
considerable recuperación de los precios en el mercado
internacional.
Estas duras circunstancias parecieran
sentenciar el fin de un régimen de cambios múltiples que ha generado
al menos diez tipos de problemas:
1) Desmantelamiento
del aparato productivo: el anclaje cambiario impide la
corrección oportuna del diferencial inflacionario entre Venezuela y el resto
del mundo. Como la inflación aquí es mayor, resulta más barato importar que
producir. Así, los productores se transforman en importadores y baja la
contribución de la agricultura e industrial al PIB.
2) Caída de
las exportaciones no petroleras: la tasa de cambio sobrevaluada a la
cual los exportadores venden al BCV el grueso de su ingreso en divisas no les
alcanza para cubrir los costos domésticos. Esto debilita su competitividad
cambiaria y así no se pueden mantener ni mucho menos conquistar nuevos espacios
en el mercado internacional.
3) Distorsión
de precios relativos: Los que logran divisas a la tasa
Cencoex tienen una ventaja frente a aquellos que tienen que comprarlas
en Sicad 1, 2 o el paralelo. Los productores/comerciantes de mayores costos
salen del mercado y así se va consolidando una estructura monopólica que abusa
de su posición de dominio imponiendo altos precios.
4) Asignación
ineficiente de divisas: Cadivi y Cencoex han demostrado su debilidad
para lograr una asignación oportuna, transparente y suficiente de las divisas.
Los prolongados retrasos castigan la producción y causan crecientes problemas
de desabastecimiento y escasez.
5) Especulación
cambiaria: un régimen de cambios múltiples en el que la diferencia
entre los extremos es de 16 veces (6.30 vs 100) es el incentivo perfecto para
capturar los dólares baratos y después venderlos más caros, amasando
escandalosas ganancias sin realizar ningún esfuerzo productivo.
6) Fuga de divisas: la
sobrefacturación de importaciones, sobrefacturación de exportaciones y deuda
externa falsa o sobreestimada, son los efectos no deseados de un régimen
cambiario que estimula la fuga de divisas.
7) Déficit de PDVSA: la
compañía petrolera está obligada a vender la mayor parte de su ingreso en
divisas a la tasa de 6.30 Bs/$, la cual no le rinde para pagar una nómina de
más de 140 mil trabajadores, honrar la deuda con contratistas, transferir
recursos a las misiones y mantener al día sus pagos al fisco.
8) Emisiones de dinero
inorgánico: debido a una tasa de cambio tan desfavorable, PDVSA se ha
visto obligada a endeudarse con el BCV, el cual ha emitido dinero base para
adquirir los instrumentos de deuda, creando un serio desequilibro entre el
mercado de bienes y el mercado monetario.
9) Presión inflacionaria: el
crecimiento de la liquidez en un mercado signado por una creciente escasez es
un factor propagador de la inflación. Aunque el Plan de Divisas asignó el 80% a
la tasa Cencoex para importar bienes prioritarios, cada vez son más las
importaciones que se hacen a las tasas de Sicad 1 y 2, lo cual implica costos
superiores que de inmediato se trasladan a los precios.
10) Fraudes a la Nación: desde
las empresas de maletín hasta los “raspacupos”, pasando por el contrabando de
extracción y los delitos de acaparamiento y especulación, son consecuencia de
los incentivos perversos que ofrece la política cambiaria
Esta realidad le impone al Gobierno
corregir las graves distorsiones que ha generado la prolongación de un régimen
de cambios múltiples que luce totalmente agotado. Se impone evolucionar hacia
un sistema de flotación con bandas, bajo el control del BCV. Esta sola
medida sinceraría la demanda de divisas, corregiría el déficit de Pdvsa, haría
innecesario su financiamiento monetario, y erradicaría los incentivos a la
especulación y corrupción cambiarias. Una vez que se alcance el tipo de cambio
de equilibrio, el próximo paso sería lograr una tasa que exprese la verdadera
productividad del aparato productivo interno, con el impacto positivo sobre el
PIB, las exportaciones no petroleras, la inversión extranjera, los
turistas internacionales y la repatriación de capitales.
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