Por: Eric Toussaint
CADTM
A partir de mayo de 2013, cuando la Reserva Federal de Estados
Unidos (FED) dejó entender que comenzaría, en forma progresiva, a modificar su
política, de inmediato se hicieron sentir los efectos negativos sobre las
economías de los países llamados «emergentes». ¿Cuáles eran los cambios
pensados?
- En primer lugar, reducir la compra de títulos
tóxicos |1|
que la FED hace
a los bancos de Estados Unidos para aligerarlos de esa carga;
- en segundo lugar, reducir las adquisiciones de bonos del
Tesoro estadounidense que también compra regularmente a los mismos bancos
con el fin de inyectarles liquidez; |2|
- y en tercer lugar, comenzar a aumentar los tipos
de interés (hasta
ahora, el tipo es del 0,25 %).
Este solo anuncio condujo a las
grandes sociedades financieras de Estados Unidos y de otros países (los bancos
y sus satélites del shadow banking, fondos de inversión, etc,) a
retirar de los países emergentes una parte de su liquidez, que allí habían
colocado. Esto provocó una desestabilización de las economías: caída de los
mercados bursátiles y de la cotización de sus monedas (en Indonesia, Turquía,
Brasil, India, Sudáfrica…). |3|
Efectivamente, los bajos tipos de interés practicados en Estados Unidos y en
Europa junto a la inyección masiva de liquidez realizada por los bancos
centrales en la economía, condujo a las sociedades financieras, siempre en la
búsqueda del rendimiento máximo, a invertir una parte de sus medios financieros
en los países en desarrollo que ofrecían mejores condiciones que los países del
Norte. El reflujo de las inversiones financieras en los países en desarrollo
(PED) hacia las economías más desarrolladas se explica, principalmente, por el
hecho de que las sociedades financieras consideraron que podrían encontrar
rendimientos más interesantes en el Norte, en el momento en que la FED
aumentase los tipos de interés.4 Estas sociedades financieras pensaron que los
otros «inversores» también retirarían sus capitales de esos países y que era
mejor estar en primer lugar. Esto provocó un verdadero movimiento borreguil que
conduciría hacia una profecía autorrealizada.
Finalmente, la FED no aumentó los
tipos de interés y esperó hasta fines del año 2013 para reducir las compras de
productos estructurados y de bonos del Tesoro. Y entonces, hubo cierto retorno
a la calma.
Lo que pasó en junio de 2013 nos da
una idea de lo que pasará cuando la FED aumente significativamente sus tipos de
interés. Es lo que declaró, a su manera, el Banco de Pagos Internacionales (BPI),
el banco central de
los bancos centrales: «Los flujos de capitales podrían revertirse
rápidamente cuando finalmente suban las tasas de interés en las economías
avanzadas o cuando se perciba un deterioro de la coyuntura interna en las
economías receptoras. En mayo y junio de 2013, la mera posibilidad de
que la Reserva Federal comenzara a reducir sus compras de activos se tradujo en
rápidas salidas de fondos invertidos en bonos de EME …)» (BPI, Informe
anual 2014, p. 87. http://www.bis.org/publ/arpdf/ar201....
El resaltado en negrita es nuestro).
El BPI subraya una evolución
preocupante: las sociedades financieras que invierten una parte de sus medios
financieros en las economías en desarrollo, lo hacen a corto plazo, por lo que
pueden retirar rápidamente sus fondos si encuentran otras plazas más
rentables.
El BPI dice: «Una mayor proporción
de inversores cortoplacistas en deuda de EME podría intensificar las
perturbaciones si se deteriorasen las condiciones internacionales. La elevada
volatilidad de los fondos que se dirigen a las EME indica que algunos
inversores consideran sus posiciones en estos mercados como limitadas
al corto plazo más que como inversiones estables. Este enfoque
responde al viraje paulatino desde los fondos tradicionales de capital fijo o
variable hacia fondos cotizados en bolsa (ETF),
que en la actualidad suponen en torno al 20 % del patrimonio neto de los fondos
de renta fija y variable que invierten predominantemente en EME, frente al 2 %
aproximadamente de hace 10 años. Los ETF pueden negociarse en los mercados
bursátiles a bajo coste, al menos en épocas de normalidad; los inversores
recurren a ellos para convertir títulos carentes de liquidez en instrumentos
líquidos.» (Misma cita que la anterior, párrafo siguiente, p. 87. BPI,
2014. El resaltado en negrita es nuestro).
Resumiendo, la salud de las economías
de los países en desarrollo continúa siendo muy dependiente de la política que
se lleva a cabo en las economías más industrializadas (en particular en Estados
Unidos, en Europa y en Japón). Un aumento del tipo de interés en Estados Unidos
puede conllevar un reflujo importante de capitales volátiles que se
desplazarían hacia países desarrollados en búsqueda de elevados rendimientos.
Además: «…prácticamente el 10 % de
los títulos de deuda con vencimiento en 2020 o con posterioridad son
rescatables (“callable”), y una parte desconocida de ellos contiene cláusulas
que facultan a los inversores para reclamar la amortización anticipada en caso
de deteriorarse las condiciones del prestatario.» (Misma cita que la
anterior, BPI, 2014 p. 86). Esto significa que las sociedades financieras que
compraron títulos de la deuda cuyo vencimiento parecía relativamente lejano (a
partir del año 2020) pueden en caso de dificultades en un país exigir el
reembolso anticipado y completo. Evidentemente, eso provocará el agravamiento
de la situación de un país endeudado ya que verá cómo se le cierran todos los
grifos al mismo tiempo. Ese es un argumento suplementario para que las
poblaciones de los países en desarrollo tomen conciencia de los graves peligros
que significa el endeudamiento público. Es necesario replantear con urgencia el
pago de la parte ilegítima de las deudas.
Entre los otros factores que pueden
provocar una nueva crisis aguda de la deuda de los países en desarrollo se debe
señalar el descenso de los ingresos por exportaciones de materias primas debido
a la reducción de las importaciones masivas de China, gran consumidora de
bienes primarios que transforma en productos manufacturados. Una caída del
precio de las materias primas puede ser fatal para la salud económica de los
países en desarrollo que dependen de sus exportaciones. Desde ese punto de
vista, un aumento del tipo de interés aplicado por la FED puede también
provocar una caída de los precios de las materias primas, puesto que se
reducirá la especulación que
contribuye a mantener los precios altos.
Si un aumento de los tipos de interés
y una reducción en los precios de las materias primas se unen, nos podríamos
encontrar en una situación parecida a la que se desarrolló a comienzos de los
años 1980, cuando estalló la crisis de la deuda de los países en desarrollo. Es
imprescindible que se saquen enseñanzas de esa crisis y se actúe para que otra
vez no sean los pueblos del Sur los que paguen la factura.
Traducido por Griselda Pinero
Notas
|1| La
FED compra masivamente a los bancos estadounidenses productos estructurados
hipotecarios (Mortgage Backed Securities). Entre 2008 y comienzos de
2014, compró por un valor algo mayor de 1,5 billones de dólares. En 2012-2013,
compró cada mes a los bancos y a las agencias inmobiliarias que garantizan los
créditos hipotecarios por 40.000 millones de dólares de esos productos tóxicos,
con el objetivo de disminuirles la carga. A fines de 2013, comenzó a reducir
sus compras, que en marzo de 2014 se elevaban a 35.000 millones de dólares por
mes. En octubre de 2014, la FED tendrá 1,7 billones de dólares de MBS, o sea,
cerca del 21 % del volumen total de esos productos tóxicos. Es una enormidad.
|2| En
octubre de 2014, la FED poseerá títulos del Tesoro de Estados Unidos por un
monto de 2,450 billones de dólares. Pero atención, contrariamente a una idea
ampliamente difundida, la FED no compra los bonos del Tesoro directamente al
Tesoro; los compra mediante operaciones de mercado abierto a bancos privados
que, con anterioridad, los habían adquirido. Véase la legislación de Estados
Unidos al respecto: http://www.federalreserve.gov/about...
|3| El
Banco de Pagos Internacionales (BPI) describe la situación de la siguiente
manera: «El primer episodio fue súbito y de carácter generalizado, con acusadas
variaciones en los precios de los activos que pusieron fin a un periodo de
tasas de interés y tipos de cambio relativamente estables. Cuando la oleada de
ventas se transmitió de las economías avanzadas a las EME [economías de
mercados emergentes], estas experimentaron una abrupta reversión de los flujos
de cartera, especialmente en junio de 2013. Las acciones de las EME cayeron un
16 % antes de estabilizarse en julio, y los rendimientos de los bonos soberanos
se dispararon más de 100 puntos básicos, impulsados por la creciente
preocupación por el riesgo soberano. […] Las monedas de Brasil, la India,
Indonesia, Sudáfrica y Turquía se depreciaron más del 10 % frente al dólar
estadounidense durante este primer episodio. Brasil, la India, Indonesia y Rusia
perdieron cada uno más de 10.000 millones de dólares en reservas. Los países
con un rápido crecimiento del crédito, alta inflación o amplios déficit por
cuenta corriente se consideraron más vulnerables y experimentaron
depreciaciones más pronunciadas.»
Éric Toussaint, doctor en ciencias políticas, es portavoz del CADTM
Internacional y miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia. Es autor de
libros como Bancocratie, Aden, Bruselas, 2014,http://cadtm.org/Bancocratie; Procès
d’un homme exemplaire, Editions Al Dante, Marsella, 2013; Una mirada al
retrovisor: el neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad, Icaria
editorial, Barcelona, 2010. Es coautor junto a Damien Millet de AAA. Audit
Annulation Autre politique, Seuil, París, 2012.
Nota de traductor: en las citas del
BPI: EME, economías emergentes.
1.000 millardos = 1 billón = 1.000.000.000.000.
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